Las ideas nunca pueden conseguirse a través de la imposición. Gritarle a un estudiante de una escuela es una falta de respeto. Al hacerlo, lo está humillando y lo dispone a sentirse mal. Con su comportamiento, la señora Laura Radetich demuestra su soberbia, displicencia y altanería para con el alumnado. Las personas que gritan solo pretenden controlar a los demás y queriendo mostrar su autoridad solo logran confundirlas e intimidarlas. La maestra en cuestión debería informarse sobre las recomendaciones y prevención de la enfermedad de Covid-19. Esta se transmite principalmente por el aire. Los científicos dicen que se genera por pequeñas partículas de saliva emitidas por las personas al respirar, hablar, gritar o toser. Los centros educativos (espacios cerrados) son un ambiente propicio para el desarrollo de este mal. De ahí que hay que extremar los recaudos al máximo, cuando se está en uno de ellos. Por lo cual no es recomendable levantar la voz ya que esto aumenta la posibilidad de contagiar a otro individuo en cinco veces más (500%) que si hablara de forma normal. En conclusión: gritar no es saludable. Por último quiero recomendarle a la señora Laura Radetich una película del año 1967, titulada “Al maestro, con cariño”, que rescata la valía de quienes han entregado su vida a la muy noble misión de educar. Y que la escuela sea un lugar de acogida y cariño que impulse al cambio positivo.

Hugo Modesto Izurdiaga


Mariquita Sánchez de Thompson 978


Villa Madero Buenos Aires