Este año, más que nunca, hay que estar atentos; los riesgos para los más chicos son grandes y son varios.

La bronquiolitis es una de las enfermedades más comunes en la infancia. Afecta, sobre todo, a niños menores de dos años y comienza a manifestarse como un resfriado común. La causa más frecuente es el Virus Sincicial Respiratorio (VSR) (pero pueden intervenir otros virus), y y no existe vacuna para prevenirlo.

Los signos y síntomas iniciales son catarro, congestión nasal, tos y fiebre leve, con la advertencia que esto último puede no estar presente. Al cabo de dos o tres días, el niño puede presentar más problemas respiratorios, incluso sibilancias y tos.

Y cuando el virus avanza, se corre riesgo de compromiso de las vías aéreas más pequeñas, lo que genera inflamación de los bronquiolos y provoca distintos grados de dificultad respiratoria.

El año pasado, gracias a la cuarentena, las afecciones respiratorias no covid-19 habían disminuido un 50%. “Pero este otoño, con mucha más circulación (los chicos volvieron a encontrarse, a hacer deporte, a ir a la escuela) hay más posibilidades de contagio y por consiguiente, más cuadros respiratorios, señala Santiago Assaf, especialista en neumonología infantil.

Lo concreto es que, en tiempos “normales”, la bronquiolitis es la primera causa de internación infantil, con más del 30% de incidencia en los pacientes; pero estos tiempos no son normales, y la pandemia de coronavirus puede complicar mucho las cosas.

Coinfecciones al acecho

Hace unos días, desde el Hospital de Niños confirmaron el pronóstico que Oscar Hillal, jefe del Departamento Infanto Juvenil del Programa Integrado de Salud de Tucumán (PRIS), le hizo en abril a LA GACETA. “Este año seguro vamos a tener en la población pediátrica una mezcla de los virus respiratorios habituales con el SARS-Cov-2”, advertía preocupado hace dos meses y recordaba: “el año pasado, al no haber circulación de personas ni dictado presencial de clases, y con la gente teniendo mucho cuidado, hubo muchos menos cuadros bronquiales que los habituales”.

Pero lo que se está comenzando a ver es más grave de lo que él temía: hace pocos días se confirmó que ya detectaron casos de coinfección.

Estudios realizados en el Hospital del Niño Jesús confirmaron ambas enfermedades (bronquilitis y covid-19) en un mismo paciente, informa Julián Nassif, jefe del servicio de Pediatría de ese establecimiento.

“Esta condición es nueva y comenzó a darse en medio de la segunda ola de coronavirus que azota a la provincia”, advierte.

Cómo se transmite

De la misma manera que la covid-19, la forma más frecuente de contraer bronquiolitis es la contaminación domiciliaria provocada por la falta de ventilación; la permanencia prolongada en espacios cerrados y el contacto de los niños con personas infectadas”, explica Marcelo López Mariscal, especialista en Clínica Pediátrica y director médico del Centro Médico Dorrego de Ospedyc.

Destaca también que no existe un tratamiento específico para la enfermedad, de manera que la evolución de los pequeños dependerá de mantener una adecuada oxigenación en su organismo y de las medidas de apoyo respiratorio que se adopten cuando estén internados, como la suplementación de oxígeno mediante cánulas, mascarillas u otros métodos.

“Además -agrega- se debe asegurar la correcta hidratación y alimentación del paciente, y el tratamiento de cualquier complicación que pudiera surgir en la evolución, que dura aproximadamente unas dos semanas”.

Los de más riesgo

Los niños menores de tres meses, los recién nacidos prematuros y los que tienen problemas crónicos de salud, como cardiopatías y/o enfermedades pulmonares crónicas o autoinmunes, son los que corren mayor peligro de contraer bronquiolitis.

Y en bebés muy pequeños, los síntomas pueden ser mas silenciosos; sólo irritabilidad, disminución de la actividad y dificultad para respirar, destaca MedlinePlus, la revista médica de la Biblioteca Nacional de Medicina de EEUU, en su entrada dedicada a este mal.

El texto también resalta la importancia de mantener la lactancia materna, y la conveniencia de que los pacientes respiren aire húmedo: se puede usar un humidificador para humectar el ambiente; también puede apelarse a un nebulizador para ayudar a aflojar el moco pegajoso.

Si se observa respiración rápida, aleteo de la nariz, hundimiento entre las costillas al respirar, quejido respiratorio, rechazo a la alimentación o color azulado en la piel, las uñas o labios -destaca López Mariscal- es muy importante realizar una consulta médica de inmediato. No es imposible que sea haga necesario internar al peque.

Prevención

Las medidas más simples ayudarán a prevenir no sólo la bronquiolitis, también la covid-19, y ya las conocemos: usar barbijo (y con más razón al tratar con niños pequeños si la burbuja familiar no puede estar aislada), lavarse muy bien las manos, y mantener ventiladas las habitaciones.

No importa si hace frío; es siempre preferible abrigarse a contagiarse, y se deben dejar abiertos unos cinco centímetros todas las ventanas. En ningún caso el aire seco hace bien a las vías respiratorias.

También -aunque no estén directamente relacionados con el virus- es importante evitar la exposición de los niños a humo de cigarrillo, de braseros ni de estufas a leña; tampoco a calefactores que puedan emitir monóxido de carbono. Además es importante lavar frecuentemente con agua y jabón los elementos del bebé, como chupetes y juguetes, y las superficies donde se lo cambia y dónde preparan sus alimentos.

Y, por supuesto, mantener alejados a los niños de las personas que presentan síntomas de alguna enfermedad respiratoria. En esta segunda ola, más que nunca.