Mientras el sueño de la casa propia continúe en el listado de anhelos prohibitivos en Argentina -debido a la falta de créditos hipotecarios, entre otras trabas-, el alquiler de vivienda es básicamente una obligación imposible de esquivar para miles de tucumanos sin techo.

Se habló de un disparo en el costo de los alquileres, a partir de la nueva Ley que contempla un plazo mínimo de 3 años de contrato y un aumento anual regido por el Índice de Precios al Consumidor (IPC), entre otras fórmulas.

Se habló de aumentos desconsiderados en propiedades cuyos contratos había que renovar. Los locadores intentan defender el valor de la propiedad y los locatarios “no morir en el intento” por pagar.

Barrio Norte y Yerba Buena son dos de los destinos más buscados. ¿Se fueron a las nubes los precios en estas zonas, realmente?

“La verdad es que no hubo un disparo en el precio de alquileres. Vienen aumentando de manera sostenida como todos los productos de bienes y servicios del país. Cuando te aumenta $10 el pan, capaz no te duele porque el kilo de pan puede costar $100, pero cuando hablamos de un alquiler de $20.000 y el aumento de es $2.000, ahí sí que te duele, porque lo sentís más”, le comenta Fernando Guzmán, Presidente del Colegio de Corredores Inmobiliarios de Tucuman, a LA GACETA.

Esto se trata de oferta y demanda, explica Guzmán. “Los precios van a seguir aumentando hasta que la oferta y demanda se estabilice. Mientras el inquilino pueda pagar y siga alquilando, esto va a ser sostenido”.

El mayor problema hoy de los Argentinos que buscan cumplir la meta de la “casa propia” es el casi nulo acceso al crédito. “Esto va a seguir sucediendo porque no hay una política real que ayude a solucionar el acceso a la vivienda. Y si el Gobierno saldría con algo serio, con acceso a vivienda, los alquileres demorarán un o dos años para corregirse. Siempre y cuando sea seria la política de créditos hipotecarios”, repite por las dudas el corredor inmobiliario.

En cuanto al “grupo de los menos”, Guzmán admite que sí hay propietarios que le pusieron un alto costo al precio de sus viviendas. “Es verdad. Uno los trata de frenar”.


Mientras tanto, en la “Ciudad Jardín…”

Yerba Buena hoy es el lugar donde todos quieren vivir, pareciera ser. “Acá quizás sucede al revés de lo que podría estar sucediendo en otros lugares de la provincia. Hay muchísima demanda y muy poca oferta, con lo cual no hubo fuga de inquilinos ni bajaron los precios”, cuenta Gustavo Terán, de Gustavo Terán Propiedades.

De hecho, aporta un ejemplo. “Cualquier propiedad que hoy sale en alquiler, inmediatamente se alquila, sobre todo en vivienda.  La gente está pagando cualquier cosa”, eso sí es un llamado de atención. En promedio, un departamento de dos dormitorios en un complejo habitacional cerrado, puede costar $45.000 más expensas. Todo un número, ¿no?

La merma en la oferta de alquiler de propiedades en Yerba Buena se da también en un contexto en el que el precio de la renta tampoco cubre la rentabilidad real de lo que cuesta la propiedad, analiza Terán.

“Sii dolarizás el precio de una vivienda en alquiler, el precio es bajo. Entonces hay propietarios que las sacaron del mercado y las pusieron a la venta. Otro factor es la nueva Ley de Alquileres, con tres años mínimo de contrato y con un aumento anual que está muy por debajo de la inflación real. No les convence. Y el que puede, saca su casa de mercado. Tan simple como eso”.

Alejandro Aybar, de Marcelo Aybar propiedades, coincide con Terán. La constante demanda de propiedades en Yerba Buena supera ampliamente la oferta, entonces hablar de precios altos o bajos no tiene discusión. La gente paga lo que sea por venir a vivirse a esta zona. Quizás fue la misma pandemia la que empujó a quienes vivían en departamentos a buscar mudarse a Yerba Buena”, menciona Aybar.

En donde sí se notó un fuerte golpe fue en los alquileres comerciales. “Por la pandemia hubo consideraciones de los propietarios y hasta bajas en los precios. Ahora en esta segunda etapa, hay un acuerdo entre las partes que, creo, es lo más importante. Independientemente de las leyes, el bien común siempre debe predominar al momento de cerrar una operación”.