En un capítulo de Seinfeld (ABC, 1989) se marca claramente la diferencia. El único personaje femenino, Elaine se encuentra con dos compañeros de oficina que se burlan del caminar de otra mujer. Cuando Elaine se suma con un chiste al respecto, la respuesta de los hombres hacia ella es un fuerte: “miau”. Más tarde Elaine le comenta lo sucedido a Jerry y cuestiona: ¿por qué si ellos dos también se burlaban soy yo quien recibo los ´miau´? Los hombres tienen un doble estándar,” resume el personaje de Julia Louis-Dreyfus.

Las “peleas de gatas”, cats fight en inglés, tal como se denominaban a los cruces entre mujeres, fueron establecidas en el imaginario colectivo desde siempre, tanto en la vida real como en la ficción. Es básicamente la competencia y discusión entre mujeres la que está “mal vista”. Mientras dos hombres pueden competir por un puesto de trabajo, deporte y hasta por una mujer, a ellas siempre se las cuestionó por ser competitivas, envidiosas o malas compañeras. ¿Acaso no escucharon alguna vez a mujeres y hombres describir un ambiente de trabajo femenino como “problemático”?

Durante años se creyó que las mujeres eran “amigas y rivales”, que no podían confiar las unas de las otras y que una mujer es la peor enemiga de otra mujer. Por suerte las cosas están cambiando. A medida que el feminismo se difunde y se conversa más sobre muchos temas relacionados a la desigualdad entre los hombres y las mujeres, se continúa difundiendo el término Sororidad.

Todo comenzó en los años 70 cuando Kate Millet, referente del feminismo de la segunda ola y autora de Política Sexual utilizó este término en inglés: “sisterhood”. Más tarde, la difusión en español llegó cuando la académica mexicana, Marcela Lagarde, utilizó la palabra Sororidad, por primera vez desde una perspectiva feminista tras leerla en otros idiomas, “encontré este concepto y me apropié de él, lo ví en francés, ‘sororité’ y en inglés, ‘sisterhood'”, explicó en su momento.

Lagarde la definió siempre como una forma cómplice de actuar entre mujeres, como un movimiento político que busca que las mujeres se alíen, trabajen juntas y encabecen sus propias luchas. “Sororidad es una forma cómplice de actuar entre mujeres para que trabajemos, empujemos las agendas y los movimientos”, explica la autora y representante del feminismo latinoamericano. Es, básicamente, plantarte al frente de otra mujer por lo que sea, comportarte pensando que con esa mujer compartís los mismos elementos de opresión a tu alrededor. Al final del día, tu historia y la de otra mujer tienen mucho en común.

Sororidad es un término derivado del latín soror que significa hermana. Es un neologismo que se utiliza para mencionar la unión y solidaridad entre mujeres, especialmente, en las sociedades patriarcales. En relación a los hombres existe el término "fraterno" que hace referencia a la misma relación pero entre hermanos. Mientras que, la palabra "hermandad" tienen origen latino y unifica el concepto para hombres y mujeres. Todas apuntan a una relación de amistad y solidaridad muy estrecha entre dos o más.

Así, los ejemplos del ser Sorora se duplicaron por Latinoamérica y el mundo al grito de: Me Too, en Estados Unidos; Ni Una Menos y Mirá Cómo Nos Ponemos en Argentina o el Hermana Yo Sí Te Creo en España.

La palabra sororidad deja en claro que existen límites éticos, no es seguir a la masa femenina hasta el fin del mundo. Es una palabra positiva y no corporativista tal como se presenta a veces y viene a sumarse a la tan mencionada lucha por la igualdad.