Desde hace 129 días, Mariela Tacacho y sus parientes son protagonistas de una historia que jamás imaginaron vivir. Desde aquel fatídico 30 de octubre en el que Mauricio Parada Parejas le arrebató la vida a Paola, la familia Tacacho espera una explicación. Esperan, como dijeron en esta entrevista en Salta motivada por el Día de la Mujer, la justicia que la víctima no tuvo.

Las familiares de la profesora de Inglés están dolidas por el femicidio y por lo que pasó después en Tucumán, una provincia que es para ellas sinónimo de oscuridad y pena. Los comentarios recientes del gobernador Juan Manzur respecto del caso y de la aceptación de la renuncia condicionada al otorgamiento de la jubilación con el 82% móvil del juez Juan Francisco Pisa no hicieron más que profundizar el sentimiento de indefensión que arrastran. Tanto la madre de Paola Tacacho, como sus tías y sus primas aseguran que en Tucumán “el Estado no está ausente”, sino más bien “presente para encubrir a personas”.

En aquella oportunidad en la que justificó en antecedentes jurisprudenciales el respaldo a Pisa, uno de los jueces que sobreseyó al femicida Parada Parejas, Manzur también dijo que lamentaba la tragedia. “Obviamente voy a estar a la par de la familia, pero, como gobernador, tengo que cumplir el mandato judicial”, afirmó. Para los seres queridos de Paola, ese acompañamiento nunca existió: muy por el contrario, sienten que están totalmente desprotegidos y solos en el desarrollo de la causa.

“Gente nefasta”

Mariela Tacacho abre las puertas de la casa donde Paola vivió hasta antes de migrar a Tucumán para cumplir el sueño de convertirse en profesora de Inglés. Esa vivienda ubicada en la zona oeste de la ciudad de Salta atesora innumerables fotos, recuerdos y anécdotas de la joven que durante cinco años denunció casos de hostigamiento y amenazas por parte de un ex alumno, pero nunca fue escuchada. Hasta que un viernes Parada Parejas concretó la amenaza: apuñaló a la joven en el centro de San Miguel de Tucumán y, luego, se quitó la vida.

RECLAMO FAMILIAR. Junto a su hija, hermana y sobrinas, Mariela lleva adelante la reivindicación de la vida y de la memoria de Paola.

-¿Cómo era Paola?

-Paola era compañera y era atenta. Se ocupaba siempre de su tía madrina, de su hermana, de sus primas: les pedía que le envíen sus curriculum para presentarlos en algunos lugares. Ella siempre buscaba que todos nos superemos día a día. Mi hija alcanzó todo lo que se propuso. Le costó, pero lo logró. Tenía muchos sueños. Era una hermosa persona. Una persona importante para la sociedad.

-¿Cómo toma el reconocimiento y el recuerdo elogioso de los estudiantes que asistieron a las marchas?

-En este tiempo recibimos videos y cartas. Ella sembró muchísimo amor: amaba a sus alumnos. Todos nos hablan bien de Paola: destacan su generosidad y esas palabras nos ayudan a seguir.

- ¿Cómo se enteraron de lo que Paola pasaba en Tucumán?

-Nos enteramos porque esta persona (Parada Parejas) nos empezó a acosar en las redes sociales y, cuando le preguntamos a ella, nos contó que se trataba de un ex alumno. Pese a la cantidad de denuncias que hizo mi hija nadie hizo nada. La gente que ocupa cargos públicos está para salvar vidas, no para no hacer nada. A mi hija la dejaron sola, la privaron de derechos. El gobernador Manzur dijo que acompaña a la familia, pero él no nos acompañó ni nos va a acompañar. El grado de mentira que hay nos molesta mucho. Le escribimos a Érica Brunotto, titular de Derechos Humanos de Tucumán, y nunca nos respondió por ninguna vía. Podemos estar horas contando todo lo que mi hija hizo para denunciar lo que vivía. Respetuosa como era, ella hizo las cosas como debían hacerse. Incluso llegó a hablar con la familia del asesino y terminó consolando a la madre del femicida.

-¿Qué le piden hoy al Estado tucumano?

-Desde que empezamos la lucha pedimos justicia. Lo mismo que pidió mi hija durante cinco años. Con el paso del tiempo cada vez nos duele más la desidia y la falta de respeto que recibimos de parte de las autoridades. Al aceptar la renuncia del juez Pisa, yo siento que Manzur volvió a matar a mi hija. Pisa ya lo había hecho con la lapicera y ahora Manzur volvió a hacerlo defendiendo a Pisa. No entiendo cómo puede haber gente tan nefasta.

-¿Qué tiene para decir a la sociedad?

-Nosotros no podemos dar ningún mensaje porque para que haya un cambio real deben cambiar las leyes. Podemos hablar desde el dolor, la bronca, pero tiene que haber cambios en las leyes y desde allí vendrán los cambios para todos. Con todo lo que hicieron en el caso de mi hija, las autoridades se rieron de toda la provincia. Nos dimos cuenta de que a Manzur no le importe nada: no le importa su provincia.


EMPODERADAS. Las mujeres de la familia están unidas en el reclamo.

-A raíz del femicidio de Paola, ¿cómo viven este 8 de Marzo?

-Lo vamos a conmemorar por la lucha de los derechos. Este año más que nunca pediremos por los derechos, las oportunidades y la libertad.

El recuerdo de “Tifa”

En de la vivienda que la vio crecer, jugar y empezar a proyectar su sueño profesional, Paola era “Tifa”. Y todavía lo sigue siendo. Ese apodo la acompañó desde muy pequeña como un diminutivo de su segundo nombre, Estefanía.

Cuando Ana, su hermana, y las primas Nilda y Belén recuerdan a “Tifa” se van en elogios. Al relatar algunas anécdotas, en la cara se les dibuja una sonrisa.

“La ‘Tifa’ iba a un instituto de inglés: tenía facilidades con los idiomas y nunca se quedaba con lo que le enseñaban ahí. Ella compraba CD (discos compactos) de música en inglés y tenía un cancionero: cantaba todo el día y hasta nos hacía burla por como pronunciábamos”, relata Nilda. Y agrega: “mi prima tenía un proyecto de vida. Tenía un sueño importante que cumplir. Ella hizo lo que siempre nos inculcaron: progresar; superarnos; trabajar; no depender económicamente de los hombres y ayudar a nuestras madres”. Para ellas, Paola fue un ejemplo por su perseverancia, y dedicación a los estudios y al trabajo.

“Me duele en el alma no haberle dicho que la admiraba en tantas cosas”, se arrepiente Nilda y trae al presente la fluida relación que tenían a pesar de la distancia. “Ella me llamaba todos los viernes. Yo le mandaba una foto de mi hija y ella me hablaba cuando se desocupaba. Ese viernes (por el 30 de octubre de 2020) yo esperaba que me hablara. Pensé que estaba cansada, pero fue cuando le quitaron la vida”, detalla.

“Me arrepiento”

Al referirse al crimen de Paola, las mujeres destacan la valentía que aquella tuvo para convivir durante años con hostigamientos y amenazas. A pesar de eso, ella les transmitía tranquilidad a la familia que se encontraba a poco más de 300 de kilómetros de distancia.

“Ella una vez lo contó como al pasar”, dice Belén. Y Nilda añade que en 2017 ya había promesas de muerte por parte de Parada Parejas. “Yo la llamé llorando y hoy me arrepiento de eso porque, a partir de ese momento, no volvió a hablar del tema y no me contó lo que siguió sufriendo. Nosotros supimos la realidad y la gravedad de los hechos cuando pasó lo que pasó. Nos enteramos por los medios, por el relato de los amigos, pero nunca por el fiscal que lleva la causa”, cuestiona.

Mariela y las parientas de la víctima insisten con su pedido de justicia: exigen al Estado respuestas inmediatas para que en la sociedad no haya que lamentar más casos como el de Paola.

“El femicida se mató, pero tuvo cinco años para meditar lo que iba a hacer. En el camino, el juez Francisco Pisa lo sobreseyó. Pedimos que se investigue a los fiscales, son 14 causas y hay muchos funcionarios públicos que no las atendieron. Mi prima fue a la Oficina de la Mujer; a la Oficina de Violencia Doméstica; a la Brigada de Investigaciones; a la Secretaría de Derechos Humanos y Violencia de Género de San Miguel de Tucumán, y nunca recibió ayuda”, enumera Nilda Zerpa. Con base en esta experiencia, no duda en considerar que las autoridades estatales mienten cuando dicen que están trabajando para erradicar la violencia que sigue matando mujeres.

Desde su perspectiva, las familiares de Tacacho postulan que la sociedad no registrará cambios “mientras haya políticos que garanticen la impunidad de jueces y otros funcionarios”. “Lamentablemente, tenemos políticos que no se solidarizan con la ciudadanía que prometen representar y defender”, fustigan.

“El gobernador Manzur podría haber creado un precedente importante en Tucumán al rechazar el pedido de jubilación de Pisa. De este modo, un juez iba a pensar dos veces antes de sentenciar a muerte a una mujer para evitar dispendios al Estado”, conjetura Nilda en relación a los argumentos que esgrimió Juan Francisco Pisa para no llevar a juicio al asesino de Paola. Pisa había dicho que no existían pruebas de que Parada Parejas haya violado una orden judicial de protección de Paola, aunque el fiscal Diego López Ávila había considerado probada la transgresión y requerido el juzgamiento.

La Nación también 

Ante el silencio del poder político y de la Justicia tucumanas, la familia no dudó en acudir al presidente de la Nación, Alberto Fernández, a quien trataron de contactar mediante las redes sociales.

“Le escribimos por todos lados y le contamos sobre lo qué le pasó a Paola, pero no obtuvimos ninguna respuesta”, cuentan. “¿Para qué se creó el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad si no se está cuidando a las mujeres?”, cuestionan las familiares y subrayan que Paola acudió a todas las dependencias estatales posibles para obtener ayuda. Es precisamente lo que empezaron a hacer sus afectos más cercanos a partir del crimen. Y lo que, según prometen, seguirán haciendo hasta que por fin consigan la justicia que merece Paola.

Por Nahuel Toledo

Silla vacía

Para los tacacho no fue un día más

El último sábado se celebró el cumpleaños de una tía en la casa donde Paola Tacacho vivió hasta los 18 años. En el festejo hubo una torta y también brindaron, pero en esa celebración faltaba físicamente “Tifa”, como la familia llamaba a Paola.

Esa vivienda de amplio y colorido jardín, está repleta de fotos suyas que ilustran cómo era de pequeña y los lugares del mundo que logró conocer Paola, que era viajera.

Temores

afrontar el desafío de salir a la calle Tras el femicidio, no resultó sencillo volver a caminar con tranquilidad por las calles para las mujeres de la familia. “A mí me daba temor salir, pasaba un hombre al lado mío y sentía miedo”, contó una de las primas de Paola Tacacho. Además, afirmaron que ese temor se agudiza cuando les toca caminar por Tucumán.

“Cada vez que vamos para allá, nos cuidamos las espaldas. No hay derecho a vivir así”, dijeron.