En el barrio Peñarol de Bella Vista hay un changuito al que todos miran y del que todos hablan por estos días. Dicen que hace cosas maravillosas en una cancha y con una pelota de fútbol. Que es buen hijo, calladito, humilde. Y que con unos botines que le prestaron, un día frotó la lámpara y tiene ahora en el bolsillo de sus sueños un boleto para hacer pruebas en Boca. Nada menos.

EN TAFÍ VIEJO. El tercero de los exámanes se hizo en el club Villa Mitre. Allí se decidió qué chicos podrían viajar.

“Catu”, así le dicen, tiene un nombre, José Luis Rodríguez, que remite a famosos. Pero él no canta como el “Puma” venezolano. Más bien, por su locura por el fútbol, está cerca de aquel homónimo delantero que se cansó de hacer goles en Español y en Rosario Central, allá por los 80 y los 90. Aunque -vale aclararlo- él juega en un puesto distinto, en la mitad de la cancha. El pequeñín de ocho años (los cumplió en diciembre) está escribiendo su propia historia. Y un capítulo importante lo ocupa un gesto que tuvo otro pequeñín, Tiziano Juárez, de nueve, de lo cual ya nos vamos a ocupar.

EN CASA. José Luis, antes de partir a una de las pruebas.

(No se lo digan a nadie, pero quienes lo vieron jugar sostienen que “Catu”, para la edad que tiene, hace cosas extraordinarias en una cancha. Es rápido, no le tiene miedo a nada, le gusta marcar y proyectarse, llega seguido al gol. Nunca fue a una escuelita de fútbol. Pero tiene cosas de potrero. En una palabra, es un crack).

Llegamos al punto, a la historia de botines y de prueba exitosa.

Sara Barrionuevo, la mamá, la cuenta. “No tenía botines para ir a la prueba. Fue Tiziano, su amiguito, quien le prestó unos de N° 31. No es que él no los haya tenido, pasa que son grandes, del N° 33”.

CON MAMÁ. Sara Barrionuevo, ama de casa y empleada municipal, es uno de los grandes sostenes que tiene “Catu” para animarse a soñar.

La cuestión es que los desgastados botines negros, de cordones anaranjados y tapones amarillos, obraron como disparadores para que José Luis vaya pasando una a una las pruebas, que fueron tres, en distintos lugares, con la coordinación de reclutadores “xeneizes”. Fueron unos 3.000 chicos los que participaron en las distintas instancias.

Es el profesor Lucas Guardia quien suele asistir día a día a “Catu” en la canchita del barrio Peñarol. Y Miguel Eduardo Lizárraga es quien acompaña a José Luis en cada paso que da en el fútbol. ¿Cómo llegó este niño a tener una oportunidad? Quien alguna vez jugó en Bella Vista lo explica…

ESTAMPA. Botines grandes, botinero al cuello, pinta de crack. “Catu” se las trae.

“La historia de esta prueba es simple. El profesor Cisneros me comentó que Miguel Brandán, el técnico de varios clubes -además de manejar una escuelita que lleva su nombre-, traía a la gente de Boca a ver chicos de distintas categorías. No fue fácil asistir, más en estos tiempos de problemas económicos. No había un peso para ir a la primera…” cuenta Lizárraga.

Lo que siguió fue una cadena de favores y hechos afortunados. En Villa Fiad los esperaban a las 16. Eran las 15, y “Catu” estaba listo, con su bolsito con los colores de Boca y los botines que le prestó Tiziano. Sebastián Barros (“Sapón”) apareció en escena y los llevó. Lizárraga ofició de tutor. Termina la prueba y les informan que al día siguiente debían presentarse en Banda del Río Salí, en el estadio de Atlético Concepción. Surgió otro obstáculo: conseguir quién los pueda llevar. Apareció Sergio Herrera (“Paul”), y viaje solucionado. Otra vez, para el pequeño hubo prueba superada en la cancha. Y después otra citación, cuatro días después, en Villa Mitre de Tafí Viejo.

“Nos pusimos en campaña para recaudar fondos para viajar. La ayuda llegó y nos fuimos a Tafí Viejo, bien temprano. La ansiedad nos dominaba a todos”, recuerda Lizárraga. Al final, felicidad: “Catu” quedó seleccionado.

EN LA CANCHA. Durante las pruebas, hubo tiempo para fotos.

Sara, la mamá, tiene la palabra final. “Me partía el alma verlo llorar antes de la primera prueba, vestido con su ropita y el botinero en la mano, porque no sabía si iba a ir. La felicidad que tiene ahora me hace llorar a mí, pero de la emoción”.

Esta historia continuará.

Bolillas, mangos y regalos

José Luis Rodríguez, nacido el 15 de diciembre de 2012, asiste a la escuela “Roque Sáenz Peña”, turno tarde. Pasó a tercer grado. Es buen alumno y ¡le gustan las matemáticas!

No sólo ama patear una pelota (su pierna hábil es la derecha) en la canchita del barrio (suele hacerlo junto con su hermano Leonardo Sair, sus primos y amigos), sino también jugar a las bolillas. Las milanesas a la napolitana con papas, que hace su mamá, son su locura. Casi tanto como las chocolatadas y el mango. Una pistola de agua le trajo Papá Noel en el mes de su cumpleaños. Y los Reyes Magos “aparecieron” con ropa.

En las últimas horas, le acercaron un flamante par de botines, con los que podrá hacer la prueba en Boca como corresponde. Ana Paula Quiles, concejala y esposa del intendente de Bella Vista, Sebastián Salazar, se los llevó. Así como esta ayuda, y la de vecinos de la familia que se ofrecieron a dar una mano, surgieron otras asistencias. Legisladores de la sección este, como Gonzalo Monteros y Darío Herrera, o el intendente de Banda del Río Salí, Darío Monteros, junto con su esposa, la diputada nacional Gladys Medina, además de Sebastián Méndez, hicieron su aporte también para la estadía de la familia cuando deba trasladarse a Buenos Aires.

NUEVITOS. Los botines que le regaló la concejala Ana Paula Quiles.

Los elegidos, bajo la lluvia

Después de pasar por Villa Fiad y por Banda del Río Salí, llegó la tercera prueba, en Tafí Viejo. De 8 a 12 iban a trabajar las divisiones 2011-2012. “Catu” Rodríguez debió levantarse muy temprano para poder llegar a destino. El día estaba lluvioso. Pero se sabe que, cuando hay una pelota en la cancha, poco importa el clima.

Pasaron las horas y, de a poco, uno a uno, los chicos que no superaban el examen se fueron yendo. Entonces llegó la orden de final de jornada. Luego, los llevaron a los padres y a los tutores de unos 15 chicos al campo de juego. Les explicaron que, por su potencial y sus condiciones, habían logrado la oportunidad de viajar a Buenos Aires, para un período de adaptación.

Por delante hay 10 días en Buenos Aires. Los chicos preseleccionados que viajarán están ansiosos por saber si podrán quedarse en Boca. Los reclutadores tucumanos quedaron muy conformes con lo que vieron en la cancha de Villa Mitre. A todos los que quedaron les seguirán haciendo un seguimiento. Ello ocurrá en la próxima visita que realizarán a la región.

El método de captación del club de La Ribera contempla 10 días de recorrida por distintos clubes. Boca, a través de personal de un área específica, observó a unos 3.000 chicos de las categorías 2004 a 2012. Diego Medina es el director general de captación; Emiliano Gallo coordina lo que es fútbol infantil. A ello se suma Matías Arce (ex jugador).

Todavía no hay fecha para el viaje, el cual se hará por grupos. Los padres tienen que conseguir dónde quedarse en Buenos Aires durante los días de prueba.