Hace un año, mientras en la mañana caminaba por el parque Avellaneda, escuchaba por radio que el ministro Ginés González García decía que "la llegada del virus era imposible"; que "China estaba muy lejos". 

Hoy veo que los países europeos, ejemplos de libertad y derechos humanos, cierran las fronteras y castigan violentamente a los que se manifiestan en contra de las restricciones. Ponen en marcha un toque de queda que remonta a 1940, cuando los aviones bombarderos alemanes sembraban la muerte en los Países Bajos e Inglaterra. 

Y nosotros aquí, al igual que hace un año, con los aeropuertos sin ningún tipo de control. La cuarentena aquella hoy es imposible repetir. Todos los países cierran sus fronteras. Todos controlan el ingreso externo. Ese fue nuestro déficit. El frío nos espera y con él la segunda ola.

¿Vamos a cometer el mismo error? ¿Queremos que haya menos habitantes mayores de 65 años? Porque, como dice el Presidente Alberto Fernández, "cuesta mucho mantenerlos con vida". ¿O vamos a exigir que se tomen las medidas correctas?

Vacunas no hay suficientes, menos para un país pobre como el nuestro. Los testeos no parecen haber mejorado acorde a los casos que a diario se declaran, que seguro no representan la totalidad de los que realmente son. 

Entonces, ¿qué hacemos? ¿Más encierro? ¿Menos libertad? ¿Menos vida? ¿Menos escuela? ¿Menos trabajo? ¿Menos empresa privada? ¿Menos recaudación? ¿Más jubilados pobres? ¿Más pobreza? ¿Menos valor del salario? ¿Más inflación? ¿A dónde vamos? ¿A tropezar con la misma piedra?

¿No podemos hacer escuchar pacíficamente nuestra voz para que los funcionarios de los gobiernos nacional y provincial tomen las medidas necesarias para que las nuevas cepas de virus no entren al país hasta que un 80% de la población esté debidamente vacunada? ¿O tendremos que lamentar otras 50.000 nuevas víctimas?

Me preocupa ahora el ingreso de la cepa inglesa o brasilera porque la considero igual a la llegada de la cepa china o italiana de hace un año. El resultado está a la vista: 47.000 fallecidos y 1,5 millones de infectados. Hoy no hay tela para hacer una nueva cuarentena como la que tratan de implantar los países europeos.

Estados Unidos es un desastre, con 500.000 muertos y millones de infectados. Calculo que si no hay vacunas y si no controlamos el ingreso de personas al país -con testeo y confinamiento domiciliario-, en el invierno no alcanzarán las camas de internación y la mortalidad actual se duplicará.

Sin control y sin vacunas, la cifra de argentinos que cobrará esta pandemia superará las 100.000 almas.