“El objetivo del juego es introducir el balón en el arco contrario”. El reglamento del fútbol es claro; para ganar un partido es imprescindible marcar al menos un gol. Y eso, por ahora, es casi una misión imposible para San Martín.

En las seis fechas disputadas hasta aquí, desde el regreso del fútbol en la Primera Nacional, el “Santo” pegó el grito sagrado solamente en una ocasión: en la victoria sobre Defensores de Belgrano, en la fecha 2.

El gol se fue a vivir lejos de la Ciudadela

Con los 90’ disputados ayer en la casa de Deportivo Riestra, los dirigidos por Sergio Gómez y Favio Orsi suman 396 minutos sin marcar un gol; y allí puede encontrársele una explicación al presente en este torneo.

Que el equipo viene creciendo en el juego nadie puede ignorarlo. Hace una semana fue mucho más que Villa Dálmine, durante el primer tiempo; y ayer, durante buena parte del complemento, también superó futbolísticamente al “Malevo” de Pompeya.

Pero está claro que a San Martín le cuesta muchísimo perforar las defensas rivales. Primero Lucas González y luego Ramiro Costa estuvieron muy solos en el ataque. Salvo Claudio Mosca (dejó el campo cuando era el mejor del equipo) el resto pisa poco y nada el área contraria.

Ayer, lo mejor del equipo se vio cuando Tino Costa jugó más cerca de Matías Vega, que de Ignacio Arce; cuando Lucas Diarte se soltó y cruzó la mitad de la cancha y cuando Emiliano Purita se transformó en la rueda de auxilio en el medio.

Pero tampoco alcanzó. Al igual que contra el “Viola”, otra vez el “Santo” erró sobre la hora un gol abajo del arco; aunque esta vez, Costa se encontró con la pelota y no tuvo tiempo para cambiarle la dirección al balón.

Si al equipo le hacía falta alguien que encare y pise el área con pelota dominada, ¿no hubiese sido mejor darle más minutos a Gonzalo Gutiérrez?

El 0-0 le sirve para ir ganando confianza y cortar la cadena de derrotas. Pero ahora, la dupla deberá trabajar a fondo en la puntada final. Eso es clave, sobre todo con los playoffs en el horizonte.