El destino suele deslumbrar con coincidencias que navegan entre el misterio y la extrañeza. El 25 de noviembre de 2016 falleció en Cuba Fidel Castro, el líder de la revolución que instaló hace seis décadas el sistema comunista que aún perdura en la isla caribeña. La particularidad es que su rostro permanecía impreso con tinta en la pierna izquierda -esa que hechizó al mundo- de Diego Armando Maradona, quien murió exactamente cuatro años después. La admiración que “El 10” mantenía por el hombre que difundió ideales izquierdistas entre los gobiernos de Latinoamérica nunca se apagó y se replicó con numerosos líderes de cuño socialista.

“Diego es un gran amigo y muy noble también. No hay dudas de que él es un atleta maravilloso que mantiene una amistad con Cuba sin ninguna ganancia material para él”, dijo Castro alguna vez sobre el ídolo argentino. La relación entre ellos se inició en 1987 y llegó a su punto máximo en el año 2000, cuando Maradona se instaló en La Habana para tratar su adicción a las drogas. Además, el rostro de Ernesto “Che” Guevara, figura clave en el proceso revolucionario cubano, también estaba tatuado en su piel. El compromiso que Maradona mantenía con la llamada causa “antiimperialista” de la región siempre fue manifestado con apertura y pasión.

Además de castrista, Maradona se identificó con la versión venezolana de la revolución. “Creo en Hugo Chávez. Todo lo que Fidel hace, todo lo que Chávez hace, para mí es lo mejor”, calificó la década pasada sobre el ex presidente de la nación bolivariana.

LÍDERES SUDAMERICANOS. El “10” participó del “No al ALCA” en Mar del Plata junto con Hugo Chávez y Evo Morales, en 2005.

Uno de los encuentros más recordados entre ellos ocurrió hace quince años, en Mar del Plata. La Argentina, gobernada por Néstor Kirchner, era sede la IV Cumbre de las Américas. El presidente estadounidense, George Bush, intentaba sellar un acuerdo de libre comercio con naciones sudamericanas. En el famoso Tren del Alba, Chávez, Maradona y el mandatario boliviano, Evo Morales, protagonizaron el “No al ALCA” con la “contra cumbre” de los pueblos. “Argentina es digna. Echemos a Bush, una basura humana y asesino”, declaró ante el público el “10”, que vestía una camiseta con la frase “Stop Bush” (la ‘s’ final estaba sustituida por una esvástica nazi).

Dos años después, el ex futbolista fue un invitado de honor del chavismo en la apertura de la Copa América 2007. Su militancia por el denominado Socialismo del siglo XXI se extendió a Brasil mediante sus apoyos constantes a Lula Da Silva y Dilma Rousseff.

Luego, de vuelta en Venezuela, entabló una relación de par en par con Nicolás Maduro, que se convirtió en sucesor de Chávez. “Diego nos ayudó en cosas secretas, para traer alimentos al pueblo. Eso lo puedo confesar hoy”, reveló ayer el cuestionado jefe de Estado en Caracas. “Somos chavistas hasta la muerte. Y cuando Maduro ordene, estoy vestido de soldado para una Venezuela libre, para pelear contra el imperialismo y los que se quieren apoderar de nuestras banderas, que es lo más sagrado que tenemos. Vivan los venezolanos de pura cepa, no los venezolanos interesados e involucrados con la derecha”, dijo hace tres años el astro argentino. En el país caribeño estallaban protestas por la crisis humanitaria y las violaciones de derechos humanos que perpetraba de forma sistemática -y probada- el Estado comandado por Maduro.

El año pasado, Maradona salió en defensa de Morales en la nación andina luego de se viera forzado a dejar el poder. “Lamento el golpe de Estado orquestado en Bolivia. Sobre todo por el pueblo boliviano y por Evo, una persona que trabajó siempre por los argentinos”, publicó el entonces entrenador de Gimnasia y Esgrima de La Plata.

Otro de los apartados que caracterizaron el pensamiento maradoniano fue su vínculo con la Iglesia Católica. Tras admitir en el año 2000 que “dejó de creer” al ver los techos dorados de oro en el Vaticano, el nombramiento de Francisco como Papa restauró su confianza en la institución. “Soy el capitán de su equipo”, llegó a mencionar.

Las relaciones estrechas que mantuvo “El 10” con los líderes de izquierda -en especial con los de Cuba y Venezuela- han sido tan alabadas como criticadas en la Argentina, en donde él se situó del lado kichnerista de las disputas partidarias. Ahora, sólo el tiempo dirá si el legado político del astro del fútbol mundial cala aún más hondo en la extendida grieta nacional de las ideas.