MIRAR

por Carlos Duguech

Miraron

la tele

y el rápido moverse

de la cámara clandestina

saltaba de la imagen

de un caballo quieto

al grito de una boca ronca

clamando muerte.

Una boca innumerable

de tantas bocas

de mujeres, de hombres,

de gente vestida así nomás

con barbijos de ley

y sin barbijo alguno

para que el grito

y la furia de las voces

no se apaguen.

Miraron

la escena,

la cadena de escenas

ruidosas de voces

de metales y carne

de metales y sangre

de ayes sin consonante alguna

porque no había aliento

para esa y griega

de todos los dolores

del alma, de tan adentro

y de tan externa

como la sangre en el piso,

en el pasto

en el filo de los machetes

y en la suela de zapatillas

de nombre,

que se pagan en cuotas

con parte del salario.

Miraron

y buscaban mirar

en otros canales

y lo mismo

pero en ángulos de toma distintos,

con más cercanías,

con más precisiones

para que se vea bien,

en las pantallas generosas,

brillantes,

teatrales

de 75 pulgadas

(mejor decir pulgadas

que casi “dos metros”,

demasiado decir).

Miraron

en variados despachos

de variados palacios

en el reino que domina el aconquija.

en la propia tierra

donde alberdi hizo pie

y desde donde imaginó

que no habría realeza

entre las gentes.

Miraron

desde el palacio de la ley,

al norte,

desde el palacio de gobierno,

en el centro

y desde el palacio de justicia,

al sur.

Miraron y miraron,

pero no vieron.

Nada vieron

porque el barbijo

demasiado alto

le cubría los ojos.

demasiado negros,

les ennegrecía el alma

de indiferencia

(y de culpa, ojalá).

Abigail,

de origen hebreo

perdió su significado:

“la alegría del padre”.

Lo absurdo

El aberrante hecho criminal cometido y la lamentable acción que terminó con la vida del asesino, deben motivar a toda la sociedad y a las instituciones creadas para lograr el “bienestar general” a una profunda y sincera reflexión. Acompaño el insondable dolor de la familia Riquel y comparto todos los conceptos que el papá de Abigail expresara en la portada de LA GACETA (23/10). Cada uno de los mencionados en esos conceptos tome su sayo y por una vez en su vida excluya la mentira para responderse por su participación en tan tristes y desgraciados acontecimientos. Enfréntense con sus conciencias. Refléjense en sus propios espejos. Luego pidan perdón y a modo de último encuentro con sus vergüenzas, renuncien.

Luis Vides Almonacid  

luisvides47@gmail.com

Peligra la democracia

Era sabido que en cualquier momento iba a saltar la sensibilidad de todo un pueblo por los agravantes hechos criminales de público conocimiento que golpean a nuestra sociedad. Se veía venir esto, hasta que rebasó el vaso de la paciencia; dos inocentes niñas, a horas de diferencia, fueron cruelmente asesinadas sin piedad; un caso con violación; los vecinos enardecidos tomaron por sus manos una pesquisa que se desencadenó con la captura del supuesto autor del crimen. Fue tanta la desidia y fue tanta la bronca reinante que fue ultimado por unas 500 personas; y si no llegaba la Policía, lo iban a quemar. Por supuesto, este tipo de venganza no es idea ni de los familiares directos de Abigail ni de las fuerzas del orden; pero conmovió tanto la sensibilidad de la ciudadanía que no midieron ningún tipo de contemplación, actuando ciegamente, todos con una sola premisa: basta ya de muertes, queremos justicia legal, sin chicanas ni componendas, sin impunidad. Tenemos derechos constitucionales que no se los pone en práctica; tenemos un Ministerio de Seguridad que nunca funcionó; no tenemos garantías en las calles. El año pasado se registraron 141 homicidios; después de Santa Fe, nuestra provincia está segunda en actos de violencia grave en la República Argentina, una verdadera vergüenza. Nuestra democracia está en peligro. O se frena esto de golpe, o tendremos otro tipo de “golpe”: matarnos entre nosotros.

Daniel Francisco Leccese

leccesedaniel883@gmail.com

Abigail

¿Nos espantamos por lo ocurrido con Abigail o con Guaymás? ¿Qué otra cosa podemos esperar de una sociedad que mata a los hijos en el propio vientre de sus madres, o que se empeña en imponer una reingeniería social infecunda y deshumanizante? ¡Toda vida es importante! Y cuando comenzamos a actuar en contra de la naturaleza, lo esperable es que las cosas se salgan de cauce y el hombre pase a actuar peor que los animales.

Santiago José Paz Brühl

spazbruhl@hotmail.com

Responsabilidad social

Según LA GACETA del 22, el arzobispo de Tucumán, monseñor Carlos Sánchez, expresó entre otras cosas, que “el linchamiento hasta la muerte que ejecutó una horda contra el sospechoso de haber violado y asesinado a una niña de 9 años (Abigail Riquel) se dio a consecuencia de un Estado ausente”. Al pie de la información, leí la opinión de un lector que dice que “el arzobispo, como vocero de una institución por demás violenta (¡¡¡), que se lava las manos con las injusticias, que recibe ayuda del Estado debería hacer silencio”. Como yo no opino en esos espacios, igualmente me gustaría saber dónde está la violencia de la Iglesia. Con opiniones como esta, que exige silencio al arzobispo por recibir ayuda del Estado, es que muchísima gente pobre e ignorante, luego les brinda su voto y empodera en el gobierno a políticos ineptos e insensibles, a cambio de un sándwich, una gaseosa y unos miserables pesos. La gente que opina así debería aprender dos cosas sumamente importantes: una, que cuando se elige un gobierno, se debe elegir lo mejor de lo existente. Las mejores personas, las mejores plataformas, las mejores propuestas y las más amplias y profundas visiones de la realidad del presente y del futuro de nuestra nación, sin olvidar el pasado. Y todo a cambio de nada. Nuestras vidas no valen un sándwich, una gaseosa ni unos pesos miserables. Ni la vida de Abigail, ni la de su asesino, ni la de quienes tomaron la justicia por sus propias manos, tampoco tienen ese costo. Jamás se debería haber llegado a esto si se hubieran prevenido las cosas. Y todo comenzó cuando se pusieron los votos en las urnas, por lo que son muchos los corresponsables de estos hechos. Y otra cosa que debe aprender la gente, es que iglesia somos todos los bautizados. Si fuiste bautizado en la Iglesia Católica, la cual lidera en Tucumán el arzobispo Sánchez, eres corresponsable de los errores que él cometa, si juzgas sus actos como erróneos. Y si estás de acuerdo con él, recuerda que debes aliarte a sus causas, porque es fácil mandarlo a él al frente y quedarte tú cruzando los brazos.

Daniel E. Chavez  

chavezdaniel04@gmail.com

Talidomida Social

Se ha comparado la flagelación y la tortura hasta provocarle la muerte de un ciudadano indefenso, con Fuenteovejuna; sin embargo esta última es la dramatización de un levantamiento popular en contra de una autoridad monárquica que había cometido excesos en contra de la población. Aquella muerte, la de Guaymás , fue la ejecución sumaria llevada a cabo por una horda parapolicial, amparada y alentada para que haga uso privado de la fuerza pública, con la impunidad que sólo puede brindar el estado . No se parece en absoluto a Fuenteovejuna; se parece a las ejecuciones de “Ciudad de Dios” en la que fuerzas privadas formadas por ex policías, milicias particulares, delincuentes comunes e informantes ejecutaban a niños vagabundos, ladrones circunstanciales, que dormían en el socaire de un templo. Para ser más precisos el hecho es casi igual a los saqueos del 10 de diciembre de 2013 en que hordas de delincuentes causaron terror y muerte amparadas por la Policía. Sugestivamente y aprovechando la convulsión del poder judicial, la circunstancia fue aprovechada para tratar de enlodar y estigmatizar a la funcionaria judicial que lleva exitosamente adelante la investigación en contra de las fuerzas policiales. Si observamos nuestras manos en principio parecen ser idénticas; sin embargo están dispuestas en modo inverso; tal es así que contando desde el meñique hasta el pulgar se colocan en la derecha en el sentido de las agujas del reloj y en la izquierda a la inversa. Eso se llama en Biología un elemento quiral . La talidomida fue un fármaco usado en la década del 60 para aliviar los dolores del embarazo; luego se comprobó que el medicamento tenía un isómero R que era un sedante eficaz pero  su quiral el isómero S producía malformaciones en el embrión. Las fuerzas paramilitares, los grupos de tareas, los civiles que -protegidos por la policía- invocan la fuerza monopólica del Estado, es el quiral de Fuenteovejuna. Es el elemento venenoso y tóxico que va a infectar y deformar todo el cuerpo social. Hay que actuar como con la talidomida, Ponerlos fuera de la ley, llevarlos ante la justicia, aplicarles el máximo de la pena que les corresponde por el delito. Y sobre todo dejar de llamarlos Fuenteovejuna o justicieros. Son bandidos parapoliciales.

Marcelo Daniel Cena  

General Paz 848  

San Miguel de Tucumán