El cantor de tango Julián Morel, porteño radicado hace dos décadas en Tucumán, participará esta noche en el Septiembre Musical, interpretando tres clásicos: “Mimí Pinzón”, “Qué me van a hablar de amor” y “Ventarrón”. La cuarentena lo obligó a abandonar los escenarios temporalmente, pero sigue ensayando y componiendo. La pandemia incluso le inspiró un tango, que hizo junto al Duende Garnica y lo titularon “El virulazo”, refiriéndose jocosamente al virus: “Se nos vino el bicharraco a contagiarnos/ te cortaron la milonga y el frapé/ te pusieron unos tiras en el barrio/ y ya no podés tomar café…”

Morel dijo que a pesar de que no puede cantar en vivo ni dar clases, está tratando de no quedarse quieto y hacer cosas “de laboratorio”, como composiciones y arreglos. “Todavía no pude terminar un disco con temas de Carlos Gardel, que comencé a grabar con músicos de Buenos Aires”, lamentó. Especializado en música popular, a sus alumnos de canto les enseña técnicas vocales, expresión e interpretación. “La gente está acostumbrada al karaoke, pero eso exige cantar sobre una pista que está hecha para que cante otro -obejtó-. Trato de que hagan cosas originales para que expresen su propia identidad como intérpretes. Que sean ellos”. Además del tango, en sus talleres se cuelan los temas románticos y folclóricos.

“El cantante tiene que aprender, en primer lugar, tres cosas simples: la respiración, la relajación y la emisión. Después trabajamos directamente con lo que quieren catar”, explicó el vocalista, que estudió en la Escuela Nacional de Música Juan Pedro Esnaola, en la Paternal, Buenos Aires. y se crió en Don Torcuato.

Heredó de su padre la pasión por el tango. “Mi viejo tenía la costumbre de poner tangos a la mañana, cuando me levantaba para ir a la escuela y desayunábamos escuchando la radio -recordó-. Tiempo después, yo estaba tocando con los mismos tipos a los que antes había escuchado.

Antes de dedicarse a su profesión, Morel fue músico de sesión, integrando grupos que acompañaban a otros cantores de tango. Trabajaba en boliches, tocando el bajo y el contrabajo. Ya como cantante, a Tucumán venía periódicamente a trabajar en distintos escenarios, hasta que en 2000 se radicó en la provincia.