Hoy, en el marco del Septiembre Musical, la banda tucumana Mano’e Mono presentará a través de la pantalla un show “corto y contundente”, según lo definió su líder, Federico Falcón. Tratar de sintetizar en tres canciones lo que es el espíritu y el estilo del grupo, cultor de los ritmos afro-caribeños, no fue sencillo. Comenzará con el rocksteady “La primera vez”, de su tercer disco; luego vendrá “Yo soy la cumbia”, un tema que cuenta con más de 20.000 vistas en YouTube, y el tercero será “El regreso del gordo Tomás”, un clásico de la agrupación.

El grupo está formado por Federico Falcón (voz y teclados); dos de sus hijos, Fede Falcón Jr. (dirección musical) y Juan Martín Falcón (batería); Omar Vega (timbal); Maxi Palavecino (congas y bongó); Carlos Cazón (bajo); Raúl Domínguez (trompeta) y Bruno Solito (trombón). “Estamos muy conformes con este formato ‘digital pandémico’ que implementó el Ente Cultural y que resulta bastante cómodo”, dijo su vocero.

El músico comentó que la cuarentena los afirmó. “Hizo que nos dediquemos más a generar contenidos, a apuntarle más a las redes sociales y a replantearnos muchas cosas como grupo y como personas -explicó-. Mano’e Mono va a cumplir 23 años en noviembre. Mi familia se involucra mucho con la banda. La pandemia nos ha fortalecido en los vínculos familiares y en los interpersonales entre los músicos”.

Falcón cree que si las restricciones se liberan, seguramente va a ser en forma muy paulatina. “En lo personal, esta situación me ha llevado a reformularme y rever muchos aspectos, sobre todo en la cuestión de género -reveló-. Yo tengo casi 60 años. En los últimos tiempos, a través de mi hija mayor, de sus amigas y de mis hijos varones he ido interpretando todas las reivindicaciones. Hoy es un eje central de debate y de temática”.

Respecto de los cambios que podemos esperar en la pospandemia, Falcón mencionó un artículo del premio Nobel de Economía, Joseph Stiglitz. “Plantea dos mundos posibles en ambos extremos. Uno liderado por Estados Unidos con su capitalismo salvaje, su xenofobia y la destrucción del medio ambiente, como lo peor que nos podría pasar; y el otro modelo es el de Nueva Zelanda, donde existe gran solidaridad”, puntualizó.