La nueva grieta ya está entre nosotros. Y se profundiza a medida que avanza hacia arriba la curva de casos por coronavirus. De un lado están los grandes cumplidores de las medidas de prevención (algunos en forma exagerada) y del otro los que ya se cansaron y tiraron la toalla o nunca respetaron las sugerencias sanitarias.

Pandemia: ¿por qué no se cumplen las normas de prevención?

Veamos los argumentos de un lado:

“Nunca dejé de juntarme con mis amigos. Sin molestar a nadie”, cuenta Gabriela Barrios, de 39 años. Para ella, reunirse es una cuestión de salud mental.

“No voy a dejar de juntarme con mis amigos. Tengo cuidado de no ver a personas mayores. Yo no estoy en el grupo de riesgo y creo que, si no nos contagiamos, no se irá nunca este virus. Hay que inmunizarse”, apunta Mariano Caro, de 35 años.

Susana Cayo también asiste a reuniones familiares. “Los medios de comunicación atemorizan a la población. Está bien transmitir las medidas de prevención, pero no aterrorizar. La gente necesita trabajar; por supuesto, con todas las medidas recomendadas, y evitar ir a lugares con mucha gente. Pero ya no va más el “quedate en casa”. El mundo se ríe de nuestra extensa cuarentena. Conozco a muchos que tienen miedo de ir a algún hospital y así no pueden tratarse otras enfermedades”, sostiene. Para ella, lo fundamental es estar bien alimentada y activa, reforzar su sistema inmune, y así podrá enfrentar mejor la patología si es que se contagia.

Y ahora escuchemos a los más cuidadosos:

“No salí a ningún lado desde que arrancó la cuarentena, en marzo. Ni siquiera a mis familiares he visto. Trabajo desde casa y evito las reuniones sociales. Lo hago por una cuestión de conciencia social. Me molesta mucho cuando veo personas que no cumplen las medidas de prevención. En mi barrio (Lomas de Tafí) es una constante. Adolescentes sin barbijo, a los abrazos. No lo puedo entender. Me genera violencia a veces. Pero ya no digo nada”, confiesa Silvana Sisti, docente.

Daniela Villalobos, que es mamá de un niño inmunodeprimido, se ha llegado a sentir un “bicho raro” cuando camina por las calles con barbijo y máscara. “Siento que hay una total falta de empatía con quienes hoy están más expuestos al virus”, explica la joven, quien no se despega del alcohol en gel y trata de quedarse el mayor tiempo posible en su casa. “Si nos cuidamos entre todos, si no ponemos todos de nuestra parte, no sirve de nada esta lucha contra el coronavirus”, añade.

Para Lisandro Cena basta con tener cuidados mínimos: no salir a bares ni a lugares innecesariamente, evitar las reuniones sociales y lavarse varias veces las manos. “Es más fácil cuidarse que exponerse a pasar por una enfermedad que no sabemos cómo nos puede afectar”, explica. “Para mí es un tema de terapia. Me tratan de ‘loca’ por pedir un poco de empatía y solidaridad. Ya voy escuchando con mucha tristeza gente que quiero que piensa que ‘morirá quién tenga que morir’. No consigo entender por qué creen que les pasará al otro y no a ellos. En síntesis, en terapia estoy manejando el tema del respeto de la opinión del otro”, cuenta Alejandra Barros.

Rótulos

¿Quién es el obsesivo y quién el relajado? Dos rótulos que se reparten en las cada vez más frecuentes discusiones entre amigos y familiares. Con un menor o mayor grado de conflictividad, el actual contexto fue un caldo de cultivo para estos debates.

“Es una situación que se está dando en muchos entornos familiares, de amigos y laborales. Hay todo un espectro de reacciones que van desde la de los negacionistas, aquellos que dicen que nos les va a pasar nada, y están también los que minimizan la cuestión, dicen que igual se van a contagiar y será una simple gripecita. Por otro lado, están los cumplidores, los temerosos o quienes viven en esta pandemia con mucha ansiedad. Hay abusadores de alcohol en gel que no quieren ni ir a la esquina de su casa”, describe Claudio Pla Alem, médico psiquiatra y autor del libro “Modo Avión”. Para él, todos los extremos son malos. Está a favor de la prudencia, pero ha visto que a veces hay una delgada línea entre la prevención y la obsesión permanente.

Entre los cumplidores, hay personas que tienen la sensación de no encajar, que se sienten mal porque ellos están acatando las normas de prevención y priorizando quedarse en casa, ponerse tapaboca, guardar los dos metros de distancia con otras personas, evitar los lugares muy frecuentados y las reuniones sociales. Y muchas de ellos ven por las redes sociales cómo sus conocidos siguen disfrutando de una vida normal.

“Cuando uno piensa que está haciendo lo correcto y, además, ve que el número de casos no para de crecer, puede provocar frustración, tristeza y rabia si personas de su entorno no se están cuidando. Esto se está viendo mucho en el consultorio”, admite la psiquiatra Myriam Figueroa.

El impacto psicológico en los cumplidores puede ser muy importante, apunta la experta. Por eso, ella les recomienda: “hay que entender que no todos tienen la misma responsabilidad ante los cuidados y no se debe intentar cambiar al otro. Hay que ser tolerante con los que piensan distinto y tomar distancia. Tratar de rodearse de la gente que, en este caso, comparte los mismos códigos y valores de uno”.

Cinco claves para no encasillarse

1- Ser flexible. No puedo pretender que los demás hagan lo mismo que yo.

2- Anticiparse y evitar situaciones conflictivas. Si voy a organizar una reunión, indicar bajo qué condiciones se hará. El que quiera ir, tendrá que adaptarse.

3- Tener a mano frases escudo que eviten discusiones o faltas de respeto. Por ejemplo: “prefiero no entrar en debate sobre estos temas”, “veo que pensamos distinto sobre esto; lo dejemos ahí”.

4- Buscar amigos o familiares que sean afines a nuestra posición respecto de la pandemia.

5- Pero no convertir esa distancia física en emocional. Se puede pensar distinto, no compartir algo en este momento, pero no por eso dejar de quererse y demostrarse cariño.