Si el mercado del arte se convirtió como en otras oportunidades en un refugio del capital en crisis, la producción artística lo está haciendo en distintas versiones on line.

Se crean a diario galerías virtuales y los museos realizan programas de intervención con sus patrimonios, mientras Instagram se posiciona como la favorita para la difusión, circulación y venta de la obra, como se puntualizó en esta columna en días pasados.

Hace un par de semanas, LA GACETA informaba que habían comenzado a funcionar dos sitios internacionales: el Covid Art Museum, como el primer museo digital de arte creado en la cuarentena; e Izoizolyacia (Arte en Aislamiento). El primero busca recoger el testimonio artístico surgido en la pandemia; y el segundo, reproducir famosas obras de arte con elementos que tuvieran en sus casas.

El MUNT envió algunas de sus obras al #CovidArtMuseum: con trabajos intervenidos o ensamblados, y también con obras de su patrimonio, que sin adicionar o sustraer nada, vuelven a tener vigencia sobre esta realidad. Así lo cuenta este diario la directora, Claudia Epstein.

En el Arte Covid se repiten, a veces con cierto humor, los barbijos, el papel higiénico y hasta representaciones del mismo virus.

Pero el MUNT proyecta desde una perspectiva distinta, sin necesidad, hasta ahora, de repetir los íconos de la pandemia; a través de obras de su patrimonio. Incluso, no sería forzado afirmar que la cama (como los barbijos o el alcohol en gel) tiende a convertirse en otro ícono del coronavirus.

“Lo que ellas quieren II”, de la artista Mané Guantay, es una pintura objeto, que ganó el III ° Salón Nacional de Arte Contemporáneo 2006. “La iconografía es clara en su significado, pero es importante agregar que en este contexto de aislamiento social la violencia de género se agravó notablemente, con un incremento de los femicidios y una drástica disminución de denuncias, ya que la convivencia con el agresor impide a las mujeres concretarla y pedir ayuda”, relata Epstein.

PINTURA Y OBJETO. La obra se llama “Lo que ellas quieren II”.

La instalación de Guantay, como se dijo, es de 2006, pero allí ya estaban presentes elementos lacerantes de la actualidad.

Camitas

Otra de las imágenes subidas por el MUNT ensambla una heliografía de León Ferrari (de patrimonio propio) con una fotografía publicada en un diario del centro sanitario montando en Tecnópolis con una serie de camas. La heliografía sugiere un sinfín de camitas acomodadss, tratadas como un plano áereo. “Este ejercicio hace que la obra tenga una referencia directa a la situación que domina la vida pública y privada de esos días”, afirman Epstein y Darío Albornoz. “Descubrimos una muy buena oportunidad para repensar esas obras del patrimonio con la mirada de lo que hoy nos pasa”, añade la directora.

Una obra de Marcela Alonso se agrega al hashtag #covidartmuseum.

Alternativas

La Mona Lisa sosteniendo papel higiénico, purpurina para lavarse las manos o “El beso” de Roy Lichtenstein con barbijos son obras que se pueden ver en Covid Art Museum. Irene Llorca, José Guerrero y Emma Calvo, tres creativos publicitarios españoles, han bautizado este movimiento artístico como Arte Covid, una manifestación que ha surgido de forma espontánea en un contexto marcado por el confinamiento social.

Pero es el grupo Izoizolyacia, el que tiene más de 300.000 miembros y muchas publicaciones que incluyen una versión de “El Grito” de Edvard Munch realizada con pantuflas y ropa; y de “Black Square” de Kazimir Malevich, compuesto de medias colgadas de un toallero.

“Y es que igual que cada período histórico tiene su representación artística, la crisis sanitaria también ha dejado un profundo rastro en el arte,” explicó Llorca a los medios.

El grupo tiene 30.000 seguidores y 250 obras de más de 50 países. El Covid Art Museum se ha transformado en una alternativa a los museos tradicionales, en la que además “no se valoran las obras por su técnica”, ya que el museo está abierto a todo tipo de formatos.

Tortas

Mientras freía unas tortas de maíz una mañana en su casa, Natalia Goroschko se dio cuenta de que uno había tomado la forma de uno de los relojes derretidos de Salvador Dalí, cuenta la agencia Reuters.

La bielorrusa de 31 años vive en Texas y colocó tres tortas en su cocina para imitar su posición en la pintura de Dalí, para fotografiar su creación y publicarla en Facebook. Algunos participantes también se vistieron junto con sus familiares con disfraces elaborados para reproducir retratos del pasado con diversos grados de precisión.

La moscovita Yulia Tabolkina, una entusiasta de la pintura, cambió sus pinceles y su paleta por lo que pudo encontrar en la despensa para crear sus propias versiones de la “Mona Lisa” de Leonardo da Vinci y “El Grito” de Munch. Tabolkina usó lentejas, trigo sarraceno, frijoles y otros alimentos para producir diferentes tonos y usó el alféizar de su ventana como lienzo.

El grupo de Facebook en ruso se sumó a iniciativas similares, que incluyen una cuenta holandesa de Instagram con 155.000 seguidores, que ha alentado a las personas en cuarentena a canalizar sus talentos artísticos para recrear obras maestras.

Otras iniciativas se agrupan en el “hashtag” #MuseumFromHouse.