El 11 de mayo de 1908, el empresario teatral Faustino Da Rosa, de Buenos Aires, se dirigía a la Legislatura de Tucumán para exponer una importante iniciativa. Esta capital “está destinada a ser, por su situación y su clima, uno de los sitios de invierno de fama mundial a la manera de Niza, joya del Mediterráneo. Esta opinión tiene, autorizada por mi firma, el valor de la experiencia. He vivido de prisa y he viajado mucho”.

Le parecía que “una ciudad de invierno no debe estar solamente emplazada en un sitio pintoresco y poseer un clima agradable para atraer forastero. Existen muchas en diferentes países que llevan una existencia precaria y otras que solo congregan enfermos”. La ciudad, “centro de recreo y de placer, debe ofrecer fácil acceso, una naturaleza pródiga, recursos suficientes para que no se echen de menos las grandes metrópolis, una temperatura variable y benigna y alrededores que ofrezcan un constante encanto”.

Tucumán necesita, decía “los refinamientos de las grandes ciudades”. En ese sentido, “la primera obra a realizar es la construcción de un gran hotel; luego de un teatro y un casino que es la base obligada de toda estación del año o temporada invernal”. Su propuesta era” construir un gran hotel de 120 habitaciones por lo menos y todos los detalles de confort moderno”. Además por el teatro desfilarán de mayo a setiembre notables compañías de ópera, drama, comedia, opereta y fantasías.

En suma, Da Rosa proponía la construcción de lo que serían el Savoy Hotel; el Casino (hoy dependencias de la Legislatura) y el Teatro Odeón (hoy llamado San Martín). Para este proyecto necesitaba que “se me otorgue a mí o a la sociedad que yo pudiera formar a este fin, por el término de 35 años, la concesión para hacer funcionar en esta ciudad Hotel-Teatro-Casino”. Esto,”en los edificios que construiré y en las condiciones que expresaré enseguida, con exoneración de impuestos provincial y municipal creados o que pudiera crearse en lo sucesivo”.