Cuando los padres lourdistas llegaron a Tucumán lo primero que sintieron fue mucho calor. La distancia con los Pirineos se hacía sentir con ferocidad en aquellos veranos del 1900, sin ventiladores ni, mucho menos, aire acondicionado. Aconsejados por familias amigas decidieron refugiarse en San Pedro de Colalao donde encontraron un paisaje natural muy parecido al de Lourdes y, sobre todo, un clima más benigno, con noches más frescas que en la ciudad. En aquellos tiempos las distancias parecían más largas que ahora. Para llegar a San Pedro los padres debían tomar un tren hasta Trancas y después seguir a caballo o en coche hasta el pueblo.
Pero la historia se remonta desde mucho tiempo atrás, al momento en que el vicario capitular de Salta convoca a los sacerdotes lourdistas a hacerse cargo del Seminario Regional de Catamarca. Es así como pisan suelo argentino en 1890. Como el Seminario Mayor de Tucumán estaba en formación, monseñor Pablo Padilla y Bárcena, obispo de la nueva diócesis de Tucumán, pide a los padres lourdistas que tomen la dirección del Seminario Mayor. Ya en Tucumán, los Misioneros de la Inmaculada Concepción de Lourdes deciden abrir, el 1 de marzo de 1900, el Colegio del Sagrado Corazón.
Los religiosos repartían su tiempo entre la formación sacerdotal y la de jóvenes y niños. Trabajaban sin descanso y durante las vacaciones iban a misionar en San Pedro, a la vez que disfrutaban del aire fresco. Se daba que la fiesta de la Virgen de Lourdes, el 11 de febrero, caía en plenas vacaciones, por lo que el pueblo comenzó a ser catequizado en la devoción a la Virgen de Lourdes todos los años.
Otro hecho acercó aún más el Mensaje de Lourdes al pueblo de San Pedro. El obispo de Tucumán decidió pedir al padre Marcelo Artiguibielle, lourdista, que se hiciera cargo de la Iglesia de San Pedro, dependiente de la parroquia de Trancas, aprovechando que ya conocían a la comunidad. Se inició con eso la formación de una comunidad eclesial más intensa, con misa dominical, instituciones, ampliaciones del templo y de sus dependencias. Para entonces todo el pueblo era mariano. Lo único que faltaba era una Gruta como la de Lourdes. No lo pensaron dos veces. Entre 1970 y 1980 la comunidad lourdista, laicos y religiosos, se abocaron a la tarea de cumplir ese sueño que recordara visualmente al lugar de las apariciones. Hasta que en 1982 lograron inaugurar la gruta sobre una loma que tenía una explanada suficiente como para acoger a los devotos. La Gruta de San Pedro de Colalao es una réplica exacta a la de Lourdes, tiene las mismas medidas y la bella imagen de la Virgen fue realizada y donada por un profesor del colegio Sagrado Corazón. En tanto que la imagen de la Virgen que luce la parroquia de San Pedro de Colalao fue traída de Francia y es la que se saca todos los años en procesión. La Gruta se hizo con piedras del río del lugar, y se le añadió una piedra de gruta original de Lourdes.
Desde que los padres lourdistas cruzaron ese puente imaginario, el espíritu de San Pedro de Colalao quedó hermanado para siempre con Lourdes. Por eso, en estos días, el pueblo se convierte en una gran capilla, y la Gruta, en una pila bautismal que espera al peregrino para lavar sus heridas, llevarse el barro de sus pecados y renovar sus promesas de bautismo.
Así, la Virgen de Lourdes y San Pedro están asociados permanentemente en su belleza natural y en el llamado del Dios Amor a los hombres para vivir como hermanos bajo la mirada maternal de la Madre del Cielo.