El clima generó incertidumbre. Las consultas se repetían en las redes sociales y los llamados a LA GACETA fueron numerosos durante la mañana. La respuesta era positiva: la maratón Don Orione se corre. Y se corrió nomás. Nada parece detener lo que la prueba deportiva-solidaria provoca. “Es un momento en que los chicos son apreciados y se ve todo el afecto que tiene la gente con ellos”, reflexionó el padre Damián Picone, director del Pequeño Cottolengo Don Orione.

JUNTOS. Los Keppes y los Lazo, de los primeros en acomodarse en la llegada. la gaceta / foto de diego aráoz

Será por eso que muchos hicieron un esfuerzo extra para, pese a la lluvia, acompañar la tradicional prueba. “Vinimos en el auto, por la vuelta más que nada. Por los chicos”, afirmó Gladys Keppes. Junto a sus hijos y amigos estaban apostados en la llegada. Sombrilla playera de por medio, el grupo de siete personas esperaba el arribo de sus seres queridos. “Hace 17 años que venimos. Son los padres los que vienen con el resto de los hijos corriendo”, detalló. “¡Cómo olvidar el año de las piedras!”, respondió cuando se le consultó si recordaba alguna edición acompañada por la lluvia. La carrera de 2014 perdurará en el recuerdo debido a que, ya cuando se estaba terminando la fiesta, una intensa caída de granizo causó escenas dramáticas, pero sin consecuencias.

EQUIPO FAMILIAR. El abuelo Sergio, su nieta Mía montada en patines, y su nuera Sabrina corrieron agarrados de la mano. la gaceta / foto de diego araoz

Contrario a lo que puede suponerse, a José Argañaraz le brillaban los ojos en la largada. “Correr bajo la lluvia es una linda sensación. Además, correr es algo que me gusta y eso hace que el clima no importe”, afirmó el hombre de 50 años.

EXPLOTÓ. Ruiz ganó el auto y festejó a lo grande en el escenario. la gaceta / foto de diego araoz

La que también agradeció un poco la lluvia, fue Mía González. “Costó un poquito más este año”, dijo Sergio, su abuelo. “Todo el camino lo hicimos así: ella en el medio y los dos agarrándole las manos”, describió Sabrina Díaz, mamá de Mía. El trío abuelo-nieta/hija-madre llegó exhausto, pero feliz luego de completar el recorrido que Mía quiso hacer montada en sus patines en línea. “Como pudimos, llegamos”, aporta mamá en la charla. Y es que largar ya es ganar como lo establece el slogan de la carrera, pero al llegar es cuando otra fiesta empieza: compartir con los concurrentes del Pequeño Cottolengo Don Orione.