Felipe Heredia nació en Tucumán en 1797. Era hermano de Alejandro Heredia, gobernador de esta provincia de 1832 a 1838. Abrazó la carrera militar desde la adolescencia, en el Ejército del Norte. Revistando en esa fuerza, asistió a todas las acciones de la primera campaña al Alto Perú, incluyendo el desastre de Huaqui. En 1812, actuó sucesivamente en el combate de Las Piedras, en la batalla de Tucumán y en la batalla de Salta. Partió luego a la segunda campaña altoperuana. Estuvo en las derrotas de Vilcapugio y Ayohuma, así como en la retirada del ejército hasta Jujuy. Poco después ascendía a teniente.

También se alineó en la tercera y última campaña al Alto Perú, luchando, a órdenes de Rondeau, en los combates de Puesto del Marqués y de Venta y Media. En este último, ayudó a curar, como pudo, la herida del futuro general José María Paz que lo dejaría manco. Así lo recuerda Paz en sus memorias. Peleó luego en el desastre de Sipe Sipe, y poco después obtuvo los grados sucesivos de capitán y de sargento mayor.

En 1820, cuando Manuel Belgrano se alejó definitivamente de Tucumán, lo escoltó con cien hombres hasta Santiago del Estero. En 1832 era Comandante General de Armas de Tucumán. Acompañó a Alejandro en sus campañas y en 1836, ya general, asumió el cargo de gobernador de Salta. Participó en las acciones iniciales de la posterior guerra con Bolivia. Al ser asesinado su hermano en 1838, dimitió a la gobernación. Pasó a Chile y luego regresó al país. En Buenos Aires, lo incorporó Juan Manuel de Rosas al ejército. Era su edecán al producirse la batalla de Caseros. Murió en esa capital, el 12 de julio de 1852. Por sus destacados servicios en la guerra de la Independencia, merecería que se imponga a una calle de Tucumán el nombre de este aguerrido comprovinciano.