En competencia

Campo Muerto, de Augusto Bejas, es un corto animado hecho por la productora Fragmento Films que cuenta con el apoyo de la Universidad del Cine. En 2018 se estrenó en el Festival de la Habana.

En seis minutos el filme cuenta la vida de un hombre que vive recluido en una casa en medio de un campo desierto. Un día alguien golpea su puerta y ese es el punto de partida de la historia.

“Participar de este festival, el más grande del NOA, nos permite contactarnos con gente que hace cine y poder mostrar lo que hacemos con tanta pasión”, dice Augusto Bejas a LA GACETA.

Por otro lado el joven realizador dice que “ si bien se está creando una identidad del cine tucumanos faltan más espacios en la provincia para exhibir los cortometrajes que se realizan. Hay muy buenos trabajos pero no tenemos dónde proyectarlos”.

La ausencia

Otro de los cortometrajes en competencia del NOA fue La ausencia de Juana, de Pedro Ponce Uda, que participó en el Festival de Cannes. La obra cuenta la historia de una joven maestra que fue secuestrada por la policía a fines de 1975 y la desesperada búsqueda de su madre para encontrarla mientras sucede un eclipse.

“Que exista una sección de producciones del NOA significa un gran acierto de los organizadores, ya que permite visibilizar formas específicas de narrar que son propias de esta región”, dice Ponce Uda a LA GACETA que, a la vez, participó de una clínica a cargo de Ciro Novelli con un documental en desarrollo titulado Umu, brujas del Tucumán.

El director cuenta que “con nuestros trabajos venimos a mostrar cómo se viene desarrollando el cine tucumano y en función de eso la necesidad de que se reglamente la ley de cine que se ha impulsado desde Tucumán Audiovisual y se ha aprobado por unanimidad porque hay mucho cine haciéndose y por hacerse”.

Largometrajes

El documental Bazán Frías, elogio del crimen cuenta la historia de esa especie de Robin Hood tucumano que en 1923 fue asesinado por la policía. “Nuestra película es fruto de muchos años de trabajo y es una gran satisfacción poder estar presentes en un festival tan importante como este”, dice Lucas García Melo, codirector del filme, a LA GACETA.

“Creo que, en gran parte, de que se vean producciones tucumanas en distintos festivales del mundo es resultado del trabajo de la Escuela de Cine de Tucumán, de la gestión anterior del INCAA y del Festival de Cine de Tucumán que también es un espacio de exhibición que ubica a la provincia como polo productivo destacado”.

El otro trabajo exhibido fue Noches blancas, que pertenece a Marcos Gómez Palmas, que cuenta la historia de Julieta, quien pasa sus noches trabajando como fotógrafa en un bar y que descubre a Natalia. Ambos personajes viven una historia de encuentros y desencuentros.

“Si bien el proyecto fue realizado en un contexto académico, nuestra mirada desde un principio fue apuntar a otras instancias más allá de las fronteras que nos ofrece la Escuela de Cine”, dice a LA GACETA el realizador, que cursa el 4to año de la carrera.

A pesar de los costos y el trabajo que implica realizar producciones audiovisuales hay una fuerte búsqueda de expresión cultural. En ese sentido Tucumán se está convirtiendo en un centro de producción muy fuerte con historias con identidad propia que hoy recorren festivales del mundo.                           

(c) LA GACETA                            

Ulises Rodríguez           

Periodista, crítico de cine.