Es el único rastro.

En la esquina donde todo sucedió, donde el ciclista Marcos Diosquez fue atropellado y abandonado por un automovilista, la señal de la tragedia es una bicicleta blanca. Está suspendida en un poste. Varias flores plásticas se anudan entre los rayos.

Le llaman “la bicicleta fantasma”. Desde su altura pide que no haya olvido. Que nos respetemos. Que nos cuidemos. Que sepamos manejar, andar y mirar. Lo mismo que piden Lucas y Sara, el hermano y la mamá de Marcos. Nada les devolverá la vida de su ser amado. Pero el dolor es muy fuerte. El dolor de imaginarlo indefenso ante la embestida de un vehículo desde atrás. Les da bronca que el conductor lo haya dejado tirado ahí, sobre el asfalto, agonizando.

Un año y cuatro meses después, Sara solo piensa en las señales que tuvo los días antes del choque. “Mi hijo estaba siempre pensativo, emocionado. Creo que se estaba despidiendo”, recuerda. Marcos, que tenía 32 años y era un apasionado del fisiculturismo y del ciclismo, salió temprano esa mañana del 1 de mayo. En ayunas, fue a andar en bici (se llama entrenamiento cardio, y lo hacía siempre antes de una competencia). Le avisó que iba a desayunar con ella. Nunca llegó. Lo vio de nuevo en el hospital. Ya no había mucho por hacer. Tuvo cinco paros cardíacos. Su vida, llena de sueños y proyectos, se apagó para siempre.

LA GACETA / FOTO DE ANALÍA JARAMILLO.

Una pared llena de trofeos y fotos adorna el gimnasio que tenía Marcos en la zona del Abasto y que ahora quedó a cargo de su hermano. Sara -docente jubilada- acomoda cada recuerdo con cuidado. Una lágrima empieza a rodar por su rostro. Ella trata de disimularla rápidamente. Le cuesta entender todo lo que pasó aquel primero de mayo. Hace planteos: era feriado, a plena luz del día, pocos vehículos circulaban a esa hora por la Mate de Luna al 3.500. ¿No lo vieron? ¿O no lo quisieron ver?

Precisamente en ese punto residen la mayoría de los reclamos de los ciclistas tucumanos, que en estos días iniciaron una campaña por las redes sociales para volver a sus casas con vida. Según dicen, el principal problema es que el resto de los vehículos no los observa o no los tiene en cuenta como actores de circulación en la calle. “Somos invisibles”, sentencian.

¿Qué pasa?

Ausencia de políticas de seguridad vial que protejan al ciclista. Mala señalización. Falta de bicisendas. Falta de educación y sanción a los infractores. Falta de condenas ejemplificadoras para quienes atropellen y abandonen a quienes circulen en estos rodados. Estas son algunas de las causas que explican, según los expertos, el incremento alarmante de ciclistas lesionados en accidentes.

Las estadísticas del hospital Padilla muestran que en los últimos dos años se cuadruplicaron los casos de ciclistas lesionados en incidentes de tránsito. Desde 2016 hasta 2018 aumentaron más de un 75%. El año del Bicentenario atendieron en total a 39 ciclistas heridos mientras que en 2017 y 2018 fueron casi 15 por mes (más de 160 casos anuales).

“Aumentaron los ciclistas accidentados porque también se incrementó la cantidad de personas que se trasladan en estos medios”, explica Juan Masaguer, de la Dirección de Emergencias provincial. “Nos falta mucho para dar seguridad a quienes se mueven en bici. También a los ciclistas les falta cultura de respeto a las normas, entender cuáles son las medidas de circulación seguras, como por ejemplo llevar casco, ropa visible, elementos reflectivos”, describe.

En el área metropolitana, según el último estudio de tránsito, el 3,35% de los desplazamientos se realizan en bicicleta. Si bien la cifra es bastante baja, viene en aumento año a año de la mano del incremento en el precio del boleto del colectivo y también del fomento del uso de la bici como un medio que contribuye a la salud, al ordenamiento del tránsito y al medio ambiente.

“El problema es que no te ven. Vos salís en bici y no sabés si volvés”, resalta Carolina Pellegrini, de 33 años. La docente va a trabajar todos los días en su rodado. Pide que haya más bicisendas para transitar de forma segura. “Cada vez son más las personas que usan este medio de transporte y está buenísimo. Pero también aumentaron los accidentes de ciclistas y eso me preocupa. Cuando te van a sobrepasar no respetan la distancia de un metro y medio. Los automovilistas te gritan que sos una molestia”, cuenta.

Lucas Diosquez y Alvaro Castro -amigo de Marcos- sienten que nada ha cambiado desde que su el joven murió y que la calle sigue siendo tanto o más peligrosa para los ciclistas como ellos, que a diario se movilizan sobre dos ruedas. “Al principio tenía mucho miedo; ahora aprendí que voy siempre acompañado. De a dos, te ven más”, resalta Lucas. El y su madre esperan que se realice pronto el juicio por el accidente en el que falleció Marcos. La causa está caratulada como homicidio culposo agravado y el acusado, un joven jugador de fútbol, podría enfrentar una pena de dos a seis años de prisión. “Esperamos que se haga justicia y que sea una condena ejemplificadora... aunque ya nada nos traerá de vuelta a Marcos y esa es una tristeza indescriptible”, explica Sara. Observa la “bicicleta fantasma”. Cree que es necesario darle una nueva mano de pintura blanca. Para que nadie se olvide que ahí hubo una tragedia. Que a su hijo no lo vieron. O no lo quisieron ver.

> Estudio de una ONG
Hay un exceso de confianza, falta educación vial y controles, dice “Luchemos por la vida”

La mayoría (6 de cada 10) no usa el casco, no se detiene ante el semáforo rojo, ignora la prioridad peatonal, circula sin luces, y muchos andan a contramano y usan celular mientras conducen. Ese es el resultado de un estudio que hizo la ONG Luchemos por la Vida durante junio y julio de este año. La entidad remarcó el exceso de confianza de los ciclistas y que faltan educación vial y controles. ¿Ante un accidente, en qué ayuda el uso del casco al ciclista? Según el neurocirujano Alvaro Campero, la velocidad de la bicicleta en general es mucho menor a la de la moto y por ello el casco de este último vehículo en general protege menos al conductor. “Igualmente, es fundamental usar casco ya que protege de lesiones en caso de caídas y choques”, advierte.

> Jorge Ariel Rodríguez
Ciclista, triatleta y cirujano

“Generalmente en las rutas y en las calles los autos no observan al ciclista; están pendientes de vehículos de su misma envergadura. Los colectivos o camiones no calculan bien las distancias y no respetan el 1,5 metro de distancia para sobrepasarte. Nadie quiere reducir la velocidad cuando ve al ciclista; te tocan bocina para que te corras. Tengo muchos conocidos que sufrieron accidentes. También desde mi trabajo en la guardia del hospital de Concepción veo cada vez más heridos en bici. Es necesario que los ciclistas usen ropa flúor de noche”.

> Maricel Pacheco
Abogada, ciclista y triatlonista

“Si los conductores de vehículos de gran porte no respetan la distancia de un metro y medio para sobrepasar al ciclista provocan accidentes por el efecto que producen al pasar tan cerca y a alta velocidad: suelen desestabilizarnos e incluso tirarnos bajo las ruedas de un transporte. Necesitamos que se concienticen y cuando vean a un ciclista tomen distancia. También reconozco que muchas veces los ciclistas no respetamos las normas de tránsito en la ciudad, más que todo en los semáforos. Tenemos que respetar para que nos respeten”.

> Diego Rieznik
Ciclista y aficionado al trekking


“Tanto los automovilistas, como los ciclistas no estamos preparados para una buena convivencia. Los automovilistas no están acostumbrados a las bicis. Hace falta que los ciclistas lleven luces de noche y tengan mucho cuidado en las rutas. Sin dudas cualquier ruta de Tucumán es peligrosa; están mal señalizadas, con baches, y sin sendas o banquinas que puedan utilizar los ciclistas. Además, hay muchos colectivos y camiones que pasan rápido y muy cerca de los ciclistas. Deberíamos tener corredores especiales”.