NOVELA

LA SEMANA QUE VIENE,  TAL VEZ

ALBERTO NESSI

(CABA - Bärenhaus)

El autor, Alberto Nessi (Chiasso, 1940), Gran Premio Suizo de Literatura, imagina el diario de su compatriota José Fontana (1840-1876), personaje histórico, nacido, en un pueblo de la Suiza italiana. Joven y huérfano, se trasladará a Lisboa, donde trabajará en una librería y será cofundador del Partido Socialista en Portugal. Aquejado de tuberculosis, se suicidará a los 36 años. La novela ha sido respetuosamente traducida, del italiano original al castellano, por Pablo Ingberg.

La lectura de La semana que viene, tal vez es una ocasión para repensar la relación entre poesía y política. La acción transcurre en un tiempo histórico significativo, segunda mitad del siglo XIX. Las revoluciones industriales son la cara visible de la modernidad y sus mitos de progreso. Pero hay otra, la cara que a la cultura hegemónica le cuesta ver, como a ese Caliban que no podía contemplar su rostro en el espejo: la cara de los trabajadores y sus necesidades básicas de subsistencia, la desaparición del artesanado, vidas de hombres y niños empobrecidas, al borde de la catástrofe física o la violencia. Si el capital no va acompañado de una moral, de una ética, no le sirve a la humanidad.

El humanista occidental está condenado a la política, al sueño colectivo de la justicia social, la revolución, y paradójicamente, a la no violencia. Los personajes de este mosaico narrativo piensan que la revolución es posible. La trama se ubica entre el hecho y su concreción, o in-concreción, en un devenir que se salva o rescata desde la poesía. Poesía que responde ante la frustración, la amenaza del olvido, el conformismo, la desesperación o el desdén.

Partiendo de ese nightmare of history, el terrible sueño de la historia, de James Joyce, hacia los espacios sellados de las vidas privadas, Alberto Nessi escribe desde la prioridad de una existencia, desde la intimidad de José Fontana y el interior de su mirada. Y lo hace con la expresión poética en su plenitud.

La presentación directa (por ejemplo, la de unas crónicas de la cárcel Abu Ghraib), la apertura en los diálogos, y por sobre todo, el trabajo con la imagen atenúan las expectativas de un mensaje político, que podría haber sido panfletario (por decirlo de algún modo) y que, no obstante, se resuelve con la fe en la belleza y la paradójica verdad del arte.

© LA GACETA

MARÍA EUGENIA BESTANI