Los registros genéticos y el relato de Sara Cristina Daives, la bioquímica que estaba a cargo del Laboratorio de Toxicología del Cuerpo Médico Forense y Morgue Judicial en 2006, volvieron a tender un manto de dudas respecto de la preservación de pruebas recogidas del cuerpo de Paulina Lebbos.

El martes, la profesional se diferenció de su par, Lilia Moyano, señalada como la responsable de la recolección de las muestras del caso, al menos, hasta 2007. “Luego yo me hice cargo de los elementos”, afirmó la especialista ante el Tribunal del juicio oral y público. “Ella no recogía muestras biológicas. No sé por qué lo hizo esa vez”, expresó también la ex titular del Laboratorio.

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Daives continuó declarando ayer ante los jueces de la Sala III, integrada por Carlos Caramuti (presidente), Dante Ibáñez y Rafael Macoritto. En esa jornada afirmó que no sabía por qué se había optado por realizar las pruebas de ADN mitocondrial en 2013 en el laboratorio San Martín de la Policía bonaerense, cuando fueron aconsejados en 2006 y en 2013 otros centros genéticos, como el laboratorio del investigador del Conicet, Daniel Corach; el Primer Centro Argentino de Inmunogenética de la Fundación Favaloro (Pricai); y el Centro de Excelencia en Productos y Procesos (Ceprocor-Córdoba). Inclusive, en ese momento, existía un convenio con la unidad de análisis de ADN nuclear de Gustavo Penacino.

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“Cuando había que hacer una contraprueba, me preguntaban dónde podría ser. Contesté que en lo de Corach y en el Pricai. Siempre he aconsejado laboratorios que conocía. El laboratorio San Martín es medianamente conocido, pero no tiene la jerarquía de los otros. No tengo idea quién pudo haber recomendado ese centro”, comentó Daives, quien también había recomendado el Banco Nacional de Datos Genéticos.

En 2013, el laboratorio del investigador Corach realizó un segundo estudio de ADN mitocondrial, tras las primeras contrapruebas del centro San Martín sobre pelos que habían sido recogidos en Tapia y denotaban dudas. “En su conclusión, Corach indicó que esas muestras dubitadas no siguieron los pasos debidos Y en las recomendaciones, el doctor Corach dijo que necesitaba nuevas muestras mitocondrial femenino (por Paulina)”, había remarcado el fiscal Carlos Sale el martes. El funcionario judicial hizo hincapié en que existían dudas si los “pelos encontrados dubitados estaban efectivamente contaminados antes o si en el estudio del San Martín para verificar el ADN mitocondrial se procedió de manera incorrecta, lo que produjo que algo químicamente no coincida y afecte la muestra”.

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Según se supo extraoficialmente, la muestra de pelo dañada o que ya no puede ser sometida a un examen, correspondería al filamento hallado en una de las manos de Paulina.

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El ADN mitocondrial se hereda exclusivamente por vía materna y es útil para el rastreo de una línea genética. Ello permite ir más allá del ADN personal y establecer un patrón. “Si las muestras están bien conservadas, pueden durar 10, 20 años. El problema es cuando las muestras por sí mismas vienen contaminadas. Eso pudo ser el problema. Cuanto antes se las procese es mejor. Pero se puede obtener resultados tranquilamente de ellas”, agregó Daives.

Semanas atrás, Moyano enfatizó en la audiencia que en 2013 había planteado a la Fiscalía la existencia de restos de pelos que podían ser analizados. En ese momento, Carlos Albaca estaba a cargo de la causa. La bioquímica había propuesto, además, realizar exámenes de ADN mitocondrial en el San Martín.

En ese marco, la querella consultó respecto de la conservación de unas pruebas, en especial, de las larvas recolectadas del cuerpo. Moyano afirmó ante el Tribunal que habían sido “decomisadas” (evidencias destruidas), ya que ningún fiscal había solicitado un estudio.