ACTÚA HOY

• A las 22, en el teatro Mercedes Sosa (San Martín 479).

Un mayordomo británico es el ejemplo más acabado de la responsabilidad de tener todo bajo control. Pero esa misión será imposible para Víctor Laplace en “Como el culo”, la comedia que llegará esta noche al teatro Mercedes Sosa sobre un grupo de actores al que todo le sale mal en la noche de estreno de su obra.

En ese contexto, la misión del personaje de Laplace se presenta como imposible, más cuando el fracaso se avecina no sólo con los errores y fallos de sus compañeros en escena sino, incluso, de los técnicos que quieren ayudarlos a terminar la noche. Hay un muerto (Gonzalo Urtizberea) que se mueve sin cesar; un inexperto director que trata de salvar la puesta (Pablo Rago); un actor disléxico y confuso (Gustavo Garzón); un personaje aristocrático (Alejandro Parker), infaltable en toda obra policial de suspenso; una actriz invitada a último momento (Miriam Lanzoni) y dos auxiliares que no aportan solución alguna (Fabián Rendo y Tamara Garzón). Todo enmarcado en una escenografía de dos pisos, donde los juegos fallidos de entrada y salida sólo complican más todo el devenir del grupo.

La dirección del texto de los ingleses Henry Lewis, Jonathan Sayer y Henry Shields es de Manuel González Gil. “Montó una puesta matemática en el sentido teatral, respecto de lo que contiene cada página de un guión magnífico. Interpretamos a un elenco que se cree extraordinario, pero que es medio berreta. Es muy interesante hacerla porque ciudamos los detalles, no hacemos más de la cuenta ni exageramos. Nos da la tentación de desbandarnos, pero nos retenemos entre nosotros. Cuando una obra es precisa como ésta, hay que hacerla así”, le dice Laplace a LA GACETA.

- ¿Es difícil interpretar a un mal actor?

- Lo es, exactamente. Es el riesgo y el privilegio que nos da montar esta obra. La libertad que nos tomamos en escena está vinculada con lo que está escrito, sin salir a improvisar, y con poner cada uno juego y humor. Hay muchas cosas que pasan detrás de escena, con voces en off que suman textos, otros personajes que no entran y algunos que se equivocan con la letra. Todavía le estoy encontrando cosas a mi personaje.

- Recorren el país con éxito a partir de la temporada que realizó su elenco en Carlos Paz.

- Es interesante la decisión de salir a recorrer el país de la manera en que lo hacemos, porque vamos tanto a capitales como a pueblitos. Cuando pienso en las primeras cosas que ví de teatro, era en tablados en Tandil frente a la Municipalidad; fue cuando le dije a mi madre que quería hacer eso. Siento que transitar los caminos de la patria es ir pasando la posta de lo que sabemos hacer a muchísima gente que nos espera con mucho afecto y reconocimiento a la trayectoria. Es una tarea teatral pero también social muy relevante para quien lo recibe y también para quienes lo damos.

- ¿Disfruta ser un actor transhumante?

- Realmente sí; no niego que me cansa, más que hace 15 años, pero el tema es salir a la ruta para escuchar mucho a la gente. Hace unos días, en el Chaco, estaba volviendo al hotel y una pareja mayor me ofreció tomar algo con ellos y lo disfruté mucho. De eso va también la vida: saber qué es lo que le pasa al otro, no ser uno el centro del universo.

- ¿Es un volver a las raíces?

- Sí, porque en esta profesión está casi prohibido equivocarse y en esta obra tenemos el privilegio de hacerlo a propósito. A medida en que pasan los años, uno trata de afinar más la puntería.

- ¿Cuáles son los desafíos de hacer teatro en tiempo de crisis?

- El teatro ha dado respuestas en todas las epócas de la historia argentina sea con metáforas, con planteos poéticos o con formas más combativas. Ahora estamos haciendo lo mismo que los juglares de los 50 o 60, del grupo Fray Mocho que vi en esos años en mi ciudad.

- En el mundo artístico se lo reconoce como una persona que ayudó mucho, que abrió puertas a muchos teatristas.

- Soy y espero seguir siendo un referente para Tandil. Presido el Festival de Cine, apadriné elencos y una escuela para chicos carenciados, hice Fábrica Tandil con actores y actrices que eran obreros sin trabajo en 2002... Todo lo que hago es una fiesta y estoy muy contento de hacerlo para mi ciudad, un lugar muy hermoso que quiero mucho.

- ¿Le preocupa que vuelvan épocas duras?

- Quiero y necesito pensar en democracia, porque sufrí el exilio. No quiero que a nadie le pase lo que me pasó a mí. Fue un paréntesis de mi vida, con mucha tristeza. Necesito que el país crezca en democracia y sin grietas. Mario Benedetti decía que la grieta es la diferencia que existe entre los maravilladores y los desmaravilladores; los que quieren que las cosas salgan bien y los que quieren que salgan mal para sacar provecho. No voy a decir el lugar común “moriré arriba de un escenario” porque a lo mejor pasa y fallezca cantando y bailando, de alegría. Prefiero pensar así que hacerlo negativa o melancólicamente.