MANU SIJA | MÚSICO

Todo mi desarrollo musical lo hice durante los 2000. Por eso, mi niñez tuvo lugar mientras todo lo tecnológico y globalizado se iba desarrollando aquí. Tengo 29 años y lo he vivido en tiempo real.

Pero mientras las épocas iban cambiando me tuve que arreglar de distintas maneras. Toqué muchos años de oído hasta que de adolescente comencé mi educación formal. Al principio, poder grabar todo uno mismo no era tan fácil. Hablo de cuando tenía 10 años y experimentaba con dos grabadores a cassette. Grababa en uno una primera cosa, y después ponía play en ese y en el otro grababa lo siguiente y así. Después apareció la computadora, el software para grabar, y de a poquito me fui metiendo en ese mundo.

Hoy en día la tecnología forma parte de todo lo que hago. Incluso, hay veces que necesito una partitura rápido para algo y la hago en el celular.

Generalmente compongo a mano alzada con el instrumento; trato de hacer melodías que sean cantables siempre. Y me enfoco en lo rítmico mucho, pero intento hacerlo de una forma relajada. Cuando voy a generar el arreglo para esa canción o alguna otra canción es donde entra la tecnología, y hago uso de loopers, pedales, programas en el iPad o laptop como para poder armar la partitura de todos los instrumentos que van a tocar en la banda.

Al ser multiinstrumentista, tengo la posibilidad de poder grabar en el estudio el arreglo completo para mostrarle exactamente a quienes me acompañen cómo quiero que suene.

Y las redes sociales fueron una especie de explosión. Al principio, cuando comencé a investigar la música, la información era casi clasificada. Había que buscar a la persona que la tenía, ver si te la quería pasar, buscar gente que tuviera música que no tenía nadie. Con el tiempo y con la aparición de las redes sociales, la data se expandió a todo el mundo. Querés saber algo y vas a Google, a YouTube, y ahí está todo. Y eso lo supe usar y lo uso. Tengo alguna duda de algún instrumento nuevo que estoy aprendiendo, busco en YouTube y listo.

Incluso, gracias a las redes, conecté con un montón de músicos y artistas que nunca me imaginé conectar. Y la verdad es que es increíble: el otro día Jean-Luc Ponty, el violinista que más admiro en el mundo y del que más influencia tengo como violinista, me contestó un video felicitándome y diciéndome que tenía muy buen sonido; yo casi me muero, no lo podía creer. Siempre soñé con por lo menos tener un mínimo contacto con él, y ahora sé que hasta me escuchó y fue gracias a las redes sociales.

De esas experiencias, por suerte, me pasaron varias. También tienen su lado malo, como sufrir una dependencia total, obviamente, pero si lo sabés manejar es una muy buena herramienta de trabajo.