Para los 844 millones de personas que en el mundo no tienen acceso al agua potable, beber un vaso de agua no es tan simple como abrir el grifo y llenarlo. Todavía no están acallados los mensajes de racionalización del elemento vital que se sucedieron la semana pasada, en ocasión del Día Mundial del Agua. Y, más que una conmemoración, fue una alerta a propósito del mal uso y derroche de este líquido. En Tucumán la situación alarma a los especialistas porque se usan 300 litros por día, por persona, mientras que en grandes centros urbanos como Nueva York, no superan los 200 litros.

Juan González, director del instituto de Ecología de la Fundación Miguel Lillo señaló que hay que tomar conciencia de la problemática y empezar a enseñarles a los niños y a los jóvenes desde el hogar la importancia de cuidar el agua.

“Los chicos no conocen el valor de este recurso natural. Si en la casa se derrocha agua, ellos consideran que esa acción está bien. Los mayores debemos fomentar las conductas amigables con el medioambiente”, explicó.

“Se estima que sólo el 0,63% de la totalidad de agua mundial es potable. El 70% de la superficie terrestre es agua pero nosotros no la podemos consumir como el agua de mares y océanos, de los casquetes glaciares o la subterránea que no está a nuestro alcance”, informó Miguel Díaz, ingeniero y colaborador de la Secretaría de Medioambiente de la provincia.

Díaz concibió como “una locura” el modo en qué se desperdicia el agua potable. “La usamos para regar las canchas de fútbol, las plantas o lavar los pisos...”, enumeró. “Los seres humanos requerimos consumir agua de una elevada calidad: el agua potabilizada. Debemos hacer un empleo inteligente del líquido, para que no escasee y para evitar enfermedades por tomar agua no potable o contaminada”, especificó.

El ingeniero precisó que la naturaleza tiene la capacidad de reponer el agua potable, pero -advirtió- que “nosotros” la estamos consumiendo a mayor velocidad de la que se repone. “La autodepuración se realiza a través del ciclo de agua (el que nos enseñan en el colegio), como estamos consumiendo más de lo que se renueva se produce la contaminación y la falta del líquido. Debemos dar un respiro a nuestro planeta...”, planteó.

“Al igual que se reciclan los residuos sólidos, el agua potable también se puede reciclar. Hay que reducir los consumos que hacemos en casa y realizar cosechas de agua. Por ejemplo el agua de lluvia se puede juntar y dársela de beber a las mascotas, regar las plantas, lavar el piso, disponerla para los sanitarios, etcétera”, describió.

Precio y valor

Para comprender el valor intrínseco que tiene el líquido, Miguel Díaz, usó una comparación: “un litro de agua cuesta entre $ 35 y $ 40 según la marca, un litro de nafta súper tiene un valor de $ 26,90. Pensemos en todo el proceso industrial que hay detrás de la obtención de esa cantidad de nafta: la extracción del pozo petrolero, el transporte por oleoducto, la destilación en la refinería, cargar en camiones y distribuir, etcétera. El agua mineral, en cambio, se extrae y se envasa. Pagamos un precio muy alto porque el bien es escaso. Pero como abrimos el caño y sale agua no tomamos conciencia de la verdadera magnitud del problema”, subrayó.