La Justicia llegó a él a través del IMEI, un código único e irrepetible que tiene cada teléfono celular. A Roberto Luis Gómez, el único imputado por la desaparición y el crimen de Paulina Lebbos, lo acusan de haber utilizado el aparato de la estudiante hasta 2011 y haber introducido más de una quincena de chips. “Nunca tuve el celular de ella. Compré el celular Motorola V3 y allí puse el chip que siempre usé para trabajar. Por eso quedé acusado. Estoy seguro de que me vendieron un teléfono que fue clonado al de la víctima”, aseguró el imputado.

El debate estuvo cargado de tensión. El acusado, en más de una oportunidad lloró, sobre todo cuando le tocó hablar de las penurias que vivió su familia. Estuvo tranquilo cuando tuvo tiempo de contar su versión de los hechos antes los jueces Rafael Macoritto, Carlos Caramuti (presidente) y Dante Ibáñez. Pero se puso nervioso cada vez que los fiscales Carlos Sale y Diego López Ávila y el querellante Emilio Mrad lo interrogaban. “Siempre esperé esta oportunidad para poder demostrarle a todos que esto es injusto. Y me gustaría que sepan por todo lo que he pasado. Siento que he sido secuestrado por la Justicia”, declaró en uno de los puntos más fuertes.

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A lo largo de la audiencia surgieron varios indicios desconocidos o incriminatorios en contra de Gómez, que también aclaró varios puntos oscuros de la investigación en su contra. Estos son los puntos más álgidos:

El teléfono

“No recuerdo cómo fue la transacción que realicé para adquirir el celular. Tampoco me acuerdo dónde lo adquirí, ni siquiera si ese negocio sigue funcionando. En esos tiempos era muy común que se compraran así los aparatos que eran usados. Sí sé que le compré a un tal Carlos David Sánchez”, indicó Gómez. El acusado confirmó además que recién en 2011 sacó un celular a su nombre y que ese aparato se lo entregó a su hija como regalo por haber terminado la primaria. “Hay informes que indican que había dos o tres personas que tenían el mismo aparato. Además nunca se encontró el aparato y, según el perito que contratamos, sin haber encontrado ese elemento es imposible que se haya podido determinar tantas cosas. Podría haber sido adulterado”, comentó. Negó categóricamente que haya utilizado el teléfono en la zona donde fue encontrado el cuerpo, tal como indican los informes brindados por la compañía telefónica.

La fiesta

El imputado dijo que en la madrugada que fue asesinada Paulina regresaba a su casa con su esposa e hija después de haber participado en el cumpleaños de su abuela. “Volvimos como a las 6 o 6.30 de la mañana y al mediodía, como lo hacían siempre, se volvían a juntar al menos 20 personas”, sostuvo. El acusado, por preguntas realizadas por el fiscal Sale, confirmó que el cumpleaños de la mujer era el 11 de febrero, pero recién decidieron festejarlo el 25, dos semanas después. “La verdad es que eran mis tíos los que decían cuándo se hacía la reunión, pero no puedo decir por qué lo postergaron. Sí puedo asegurar que mi abuela estaba enferma de cáncer y estaba depresiva porque había perdido una hija”, detalló.

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Vecinos

Gómez reconoció que trabajaba esporádicamente con su padre en los talleres de La Rioja esquina La Madrid y en Alberdi 415. “Reparaba electrodomésticos, televisores y hacía algún otro arreglo en vehículos particulares”, destacó durante la audiencia. Tanto Sale como López Ávila le preguntaron si conocía a Virginia Mercado, la joven que vio por última vez con vida a Paulina y que vivía en La Rioja al 400. “No la conocí y jamás tuve contacto con ella, pero sí sé que vivió a una cuadra”, señaló el imputado. Interrogado por el abogado querellante Mrad, el imputado dijo: “Era un taller al que iba cualquier vecino o desconocido. En la cuadra esa había casas que alquilan a los estudiantes y los conocía de vista. Podría reconocer a algunos de ellos”, confirmó sin dar mayores precisiones. Específicamente dijo que supo de la joven salteña cuando quedó detenido en la causa.

Llamada misteriosa

El acusado negó conocer si alguien habría realizado una llamada desde su teléfono a Magdalena Cruz, una mujer que en esos momentos tenía residencia en El Siambón. El fiscal Sale, que introdujo ese interrogante, informó que esa persona, que tiene una causa pendiente con la Justicia Federal por drogas, también había sido llamada por Mercado. “Desconozco totalmente quién es esa persona; no sé quién pudo haberla llamado y mucho menos los motivos de la comunicación”, declaró.

El trabajo

“En 2007, (Carla) Martín, delegada de San Andrés me ofreció trabajo porque el pueblo habría crecido mucho y necesitaban un electricista”, argumentó Gómez al explicar cómo habría ingresado a la administración pública. “Será porque me habrán visto caminando con la calle con una escalera en el hombro. Además, en mi pueblo es la única fuente laboral que existe”, indicó. Explicó que después de haber quedado detenido quedó cesante en la Comuna. “Mi familia en el tiempo que estuve detenido vivía gracias a la ayuda de los parientes, de las canastas con mercaderías que le daban los vecinos y de las rifas que se hicieron. No me voy a olvidar que el perito de parte fue contratado porque se vendió un bono contribución”, destacó.

Sin vínculos

El imputado aclaró que nunca estuvo afiliado al partido Justicialista y que jamás hizo política porque “nunca se llega a nada”. Sí reconoció que, como empleado comunal, en varias oportunidades asistió a actos políticos como los del 9 de Julio. Negó conocer al ex gobernador José Alperovich y dijo que su padre no sabe cuál es el significado de la palabra “ploteo” por lo que es imposible que haya condicionado el ómnibus que utilizó el oficialismo en una campaña proselitista. También negó conocer a Gabriel Alperovich (hijo del ex gobernador), Sergio Kaleñuk (hijo del ex secretario privado del ex mandatario), Pablo Zeitune (ex funcionario alperovichista), y César Soto, ex pareja de la joven asesinada. Lo mismo dijo sobre Eduardo Di Lella (ex secretario de Seguridad), Hugo Sánchez y Nicolás Barrera (ex jefe y subjefe de Polícía), Héctor Brito (ex jefe de la Unidad Regional Norte) y Hugo Rodríguez (ex policía) que están acusados de encubrimiento.

No hubo violencia

“¿Usted alguna vez intentó ahorcar a su esposa?”, le pregunto Gustavo Morales, defensor de Di Lella a Gómez. “¡No! En los 19 años que estuvimos juntos jamás le levanté la mano a mi mujer”, respondió tajante Gómez. El imputado también dijo que nunca fue a bailar a la zona del ex Abasto, donde estuvo Paulina divirtiéndose antes de ser asesinada. “Desde que estoy casado nunca salí sin mi mujer y menos en esa época, que tenía a mi hija muy pequeña”, dijo.