Por Marcelo Rubinstein
Papá de Nico, un gamer de 10 años
Por Marcelo Rubinstein - Papá de Nico, un gamer de 10 años

Hoy la educación no sólo se da en las aulas, en los clubes y en la casa. Hoy a nuestros hijos los educan los youtubers y los videojuegos de la compu, de las tablets y de la Play. Allí aprenden a pensar, a elegir estrategias, pero también se “aprende” (y se lo internaliza como algo “natural”) a matar, a robar, a jugar en equipo, a planear estrategias en común y también a traicionar. Los chicos de hoy aprenden virtualmente de la realidad y está en nosotros, los padres, tomar conciencia de ello.

Hace unas semanas descubrimos a Nico dialogando en inglés con un ruso y un francés (todos juntos hablando en inglés), planeando una estrategia para conquistar la base enemiga en el Call of Duty. Y le dije a Verónica: pensar que yo jugaba a su edad con un Atari con mi perro de compañía... Y Nico, 30 años, después juega con “amigos virtuales” de todas partes del mundo y practica inglés.

El juego virtual, al igual que el real, sirve de estímulo y de enseñanza. Los juegos no son buenos ni malos, son simplemente juegos, y dependerá de los adultos ir encaminando al niño a través de los juegos (reales y virtuales), a moldear su personalidad y enseñarles a distinguir el bien y el mal. Todos los juegos tienen indicaciones sobre el rango etario, pero la mayoría de los chicos utilizan juegos no adecuados para la edad.

El tener hijos “gamers” (Nico de 10 y Lucas de 6) nos obligó como padres a plantearnos dos cuestiones: cuánto tiempo dejarlos jugar (hasta dos horas por día en tanto cumplan con las metas escolares y extra escolares diarias) y en segundo lugar cómo explicarles que los juegos son una ficción; y que eso que está muy “cool” en la mayoría de los juegos más vendidos en la realidad está mal, muy mal.

¿ Cómo le explicamos a un niño de 10 años que juega a acuchillar gente en el GTA 5 para ser el más “pro”, cuando apaga la Play, que en la realidad eso no puede hacerlo? ¿Cómo marcar la división entre el bien y el mal en el mundo virtual y real? La respuesta más simple sería comprando juegos de la edad adecuada, o poniendo filtros parentales en computadoras y consolas de juegos (YouTube lo tiene y la PS4 también) o la prohibición total, pero los niños saben cómo burlar todos y cada uno de los controles...

El camino más acertado no es tecnológico, es pedagógico: el diálogo de padre a hijo, jugar con ellos e ir explicándoles y enseñándoles el bien y el mal a través del juego virtual. A partir de la Play descubrí otra forma de relacionarme con mis hijos, a tener tiempos compartidos de diversión y educación. Ellos me enseñan a jugar y yo los enseño de la vida real a través del juego virtual...

Los chicos del siglo XXI están formateados de manera distinta a la nuestra pero lo “humano” se mantiene intacto: Hace 30 años mi papá me enseñó en el fútbol a no mentir (“si fue gol, fue gol”, me decía), hoy yo les enseño a mis hijos que si prometieron cuidarle la espalda a un amigo virtual en un juego, la promesa debe ser cumplida. La realidad es la misma hoy que 30 años atrás, aunque esta también es virtual.