A María Ester Name le cuesta recordar hace cuánto tiempo empezó a vender sánguches su marido, Juan Lorenzo Minotti. Piensa y desliza una cifra: "60 años". Hoy el sanguchero ya no está -falleció hace nueve-, pero sí su familia, que continúa trabajando en el local de avenida Mitre primera cuadra.

Allí, lo más buscado por los comensales es la “mila” acompañada de cebollita o chimichurri. “Todo el mundo que viene te dice: ‘¿tenés cebollita? Sino no me la hagas (a la milanesa)’”, confiesa entre risas Gianina, una de las hijas de Minotti.



Corría el año 1957 cuando Juan Lorenzo Minotti abrió un kiosko pequeño que vendía “milangas” en la Esquina Norte (intersección de avenida Sarmiento y Juan B. Justo). Cuando su jornada de trabajo en ese lugar terminaba, se iba a colaborar a la sanguchería de un amigo. Ese negocio estaba ubicado donde hoy está este ya clásico lugar.

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Al tiempo, el amigo se cansó de administrar el local, quiso dejar la gastronomía y decidió dársela a Juan. Hasta ese momento, la sanguchería se llamaba Kuni. Cuando cambió de mando, pasó a llamarse Minotti ex Kuni. Luego quedó sólo Minotti.

El lugar siempre fue atendido por la familia de Juan Lorenzo: a lo largo de los años pasaron por allí sus ex parejas y sus 11 hijos. Hoy es administrado por María Ester y sus sucesores más jóvenes.

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El fanatismo por la milanesa de Minotti atraviesa generaciones. “Siempre tuvimos la misma clientela. Vienen padres, abuelos, bisnietos, de todo. Cuentan sus historias acá. Por ejemplo, que iban al Colegio Tulio, salían y sus papás los traían a comer”, detalla su hija Gianina.


También es habitual que se acerquen a degustar los sánguches trabajadores de la construcción y quienes asisten a la Maternidad (está a una cuadra del lugar). Para la mayoría de ellos, cómo va acompañada la “milanga” es fundamental. “Mucha gente viene por el preparado de la cebolla, el chimichurri y el ají”, reveló María Ester. “Lo tradicional de acá es la cebolla”, agregó su hija.



El condimento que más atrae es muy fácil de preparar en casa. Hay que cortar la cebolla en juliana, pasarla por agua hervida para que se vaya el ácido, echarle sal, vinagre y perejil cortado. “En otros lados a la cebolla te la venden cocinada. Acá no, es cruda. El chimichurri también es bien rico y mucha gente viene por eso”, comenta Gianina.

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El mayor anhelo de Minotti era que su negocio siga siendo administrado por sus seres queridos después de su muerte. Hace nueve años que, a puro esfuerzo y sacrificio, sus familiares cumplen su deseo. “Siempre -en vida- le prometí que esto iba a continuar porque ha sido un esfuerzo muy grande de él, mantener y formar este negocio. Tratamos de hacerlo y seguimos adelante”, se despide emocionada María Ester.

"Sangucherías históricas de Tucumán" es una producción de LA GACETA. También podés leer:

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