BARCELONA.- ¿Qué hicieron los principales candidatos el día antes de las tensas horas en las que se decide su futuro? La normalidad de una jornada de reflexión habitualmente dedicada al descanso no fue aplicable a los comicios de hoy en Cataluña, con un candidato en prisión y otro en el extranjero.

Oriol Junqueras, cabeza de lista del partido independentista Esquerra Republicana de Cataluña (disputa el primer lugar en las encuestas con el partido “constitucionalista” Ciudadanos), no tiene muchas opciones: pasó la jornada previa a los comicios en la cárcel de Estremera, cerca de Madrid.

Fue su día 48 en prisión preventiva desde que fuera encarcelado por delitos derivados del proceso separatista que llegó a su punto álgido el 27 de octubre con la declaración secesionista del Parlamento regional y la intervención del Gobierno de Madrid.

La otra jornada previa atípica fue la del ex “president” de la “Generalitat” Carles Puigdemont, cabeza de lista de Junts per Catalunya (JxCat), que ni siquiera se encuentra en la región. Sigue en Bélgica, a donde se marchó junto a cuatro de sus ex ministros poco después de que el Gobierno español destituyera al Ejecutivo regional y donde ha evadido la actuación de la Justicia.

También sus acciones de cara a los próximos días son una incógnita. Días atrás se mostró dispuesto a volver a España si gana los comicios, aunque podría ser detenido de inmediato.

Si la jornada preelectoral de los candidatos independentistas fue atípica, la de la liberal Inés Arrimadas (Ciudadanos), la candidata con más opciones dentro del bloque que defiende la permanencia en España, estuvo marcada por la tensión y los insultos.

Durante un paseo con su marido por Barcelona, Arrimadas fue increpada al grito de “cerda” y “fascista” al entrar a su casa, según documentaron diversos medios. “¡Fuera Ciudadanos, viva Cataluña! ¡Fascistas! No os queremos en este barrio. Adiós España”, gritaba un hombre en catalán mientras la pareja paseaba.

Los otros nacionalismos

El proceso independentista en Cataluña preocupa en Madrid no sólo por lo ocurrido en la región nororiental, sino también por su impacto en otras comunidades como el País Vasco o Galicia.

El País Vasco, en el norte de España, presentaba hasta hace pocos años el nacionalismo más inestable y era percibido como la principal amenaza a la integridad territorial del país, por delante de Cataluña.

Dos hitos normalizaron la situación. El primero fue la derrota de ETA, que en 2011 anunció el fin de la lucha armada y acabó con medio siglo de terror que dejó más de 800 muertos. El segundo hito llegó con una propuesta para reformar el estatuto de Autonomía de País Vasco impulsada por el entonces jefe del gobierno regional Juan José Ibarretxe.

El nacionalismo gallego, en cambio, apunta al reconocimiento de la región como nación y a una mayor autonomía, más que a la independencia.

La comunidad valenciana, situada al sur de Cataluña en el este de España, y las islas Baleares son dos de los territorios emparentados por lengua y cultura con Cataluña y considerados parte de unos futuros “Países Catalanes” por una corriente nacionalista conocida como “pancatalanismo”. (DPA-Télam)