“Lococar” tiene 16 años y desde hace poco más de una semana está alojado en el Instituto Roca. Terminó allí luego de que su madre lo entregara en la división Homicidios de la Policía. Está acusado de haber sido el autor de los disparos que le arrebataron la vida a un joven de 23 años. Los investigadores y la Justicia sospechan que fue contratado para que cometiera ese crimen.

El 27 de julio, Jorge Sergio “Chino” Alemán se encontraba en la puerta de una casa ubicada en el pasaje 33 Orientales al 1.000, charlando con un amigo y con la pequeña hija de este, de apenas tres años. Una moto se paró delante de ellos y uno de sus ocupantes sacó con un arma (se presume que se trató de una pistola nueve milímetros) para efectuar tres disparos que le provocaron la muerte a la víctima. Antes de marcharse, el atacante miró al acompañante del herido y le aclaró: “quédate tranquilo que con vos no es la cosa”. Luego huyó como si nada hubiera pasado.

Por pedido del fiscal Washington Navarro Dávila, el caso quedó en manos de Homicidios. Los investigadores, al mando de los comisarios Hugo Cabeza y Daniel Cuellar, comenzaron a indagar en el vecindario sobre quién podría haber sido el autor y cuál sería el móvil del brutal crimen. Después de sortear el férreo manto de silencio que había generado el caso, encontraron una pista que los condujo a un adolescente.

Cuando reunieron las pruebas suficientes para vincularlo, pidieron su detención, planteo que fue aceptado por la Justicia. Lo buscaron en todos lados. Se entrevistaron con sus familiares, allegados y vecinos. Pero siempre obtenían la misma respuesta: que estaba aquí, que después se iba para allá, aunque en realidad no estaba en ninguna parte. Esta situación les llamó la atención a los pesquisas. Con el correr de los días entendieron qué estaba pasando.

Desesperación

“Lococar” sabía que los policías lo estaban buscando, pero tenía mucho más miedo a que lo encontraran los allegados al “Chino”. Por eso se escondía tanto y por eso se refugiaba en cualquier rancho con la droga que le hacían llegar sus amigos y con el arma que habría utilizado para cometer el crimen.

Cabeza y Cuellar trasladaron esta información a la madre del adolescente de 16 años. Le advirtieron que la vida del menor corría peligro y que podría ser asesinado en cualquier momento si es que no se entregaba.

La mujer les hizo caso a los pesquisas y terminó presentándolo ante el fiscal Navarro Dávila, quien lo puso a disposición de la jueza de Menores. Antes de ser alojado en el Roca, se abstuvo de declarar por recomendación de su defensor, pero dejó en claro que él no tuvo nada que ver con el crimen del pasaje 33 Orientales.

“Lococar” tiene nombre. Se llama Ulises –su apellido se mantiene en reserva por cuestiones legales- y vive en un barrio ubicado al sur de la capital. A diferencia de otros chicos que pasan por esta situación, no tendría antecedentes. Sí aparece que sus padres habían denunciado en varias oportunidades que se fugaba del hogar.

“La historia de ese chico es muy similar a los otros changos de su edad. Se meten en la droga y terminan haciéndose delincuentes. Nunca tuve problemas con él, pero sé muy bien que trabajaba para los transas de la zona”, aseguró María Luisa, una vecina que imploró que su nombre no sea revelado por razones de seguridad.

Los habitantes de la zona tienen miedo. Saben que una palabra que pronuncien de más puede poner en peligro sus vidas y las de sus seres queridos. “No me sorprende para nada que esté detenido. Siempre estuvo con mala junta a pesar de que su madre se mató para que fuera gente de bien, como ella. El drama es que aquí es muy difícil evitar que los chicos no transiten por ese camino”, agregó Eugenia Sosa.

Hipótesis

“El caso aún no está cerrado. Seguimos investigando para esclarecer varios puntos”, explicó Navarro Dávila. “Sí es muy preocupante la frialdad y la peligrosidad de estos chicos. Y lo que es más alarmante, que no existe en la provincia un lugar que nos permita pensar que estos chicos lograrán rehabilitarse algún día”, agregó.

El fiscal confirmó que hasta el momento todo parece indicar que el crimen estaría vinculado a un ajuste de cuentas, pero todavía no se puede precisar cuál fue el motivo de la venganza. “No descartamos que esté vinculada a cuestiones de droga”, indicó en una charla con LA GACETA.

Los investigadores creen que “Lococar” era un soldadito que trabajaba para un reconocido transa de la zona. Días antes de que se cometiera el crimen, el narco habría descubierto que un cliente le había pagado con dinero falso una importante cantidad de merca, por lo que habría elaborado un plan de venganza contra todas las personas que lo habían estafado.

Otro dato que no es menor: trascendió que una fuerza nacional habría estado investigando al “Chino” por comercialización de estupefacientes.