En su libro “El general Roca, de ministro a presidente (1878-1880)”, el doctor Alberto Padilla transcribió cartas inéditas del célebre militar y estadista tucumano, fechadas en diversas épocas. Cuando Roca asume la presidencia de la Nación, en 1880, escribe a José Posse: “deben imaginarse el martirio de un presidente democrático y accesible a todo el mundo. Ya no tengo hora ni rincón a salvo donde pueda librarme un instante. Mi mayor placer es estar solo un minuto, sin edecán y sin el sobresalto de ser sorprendido por un solicitante de empleo, que es gente terrible y sin piedad, capaz de atropellar un cerco de tunas y de importunarlo, aunque encuentre la víctima agonizante”.

En otra carta al mismo destinatario, expresaba su fastidio por la burocracia. “A mí me mortifica –escribía- la lentitud de todos los procedimientos en esta Casa Rosada. De balde ando con el ejemplo y la palabra aguijoneando a todo el mundo. No tenemos prácticas ni nociones exactas de administración, y si algo sospecho yo de estas cosas, es por instinto y por hábito de orden”.

Entre las novedades que impulsaba, estaba la estadística, y había llamado al experto Francisco Latzina para encargarse del rubro. “Mostrando constantemente y en todas las formas nuestras riquezas y facultades productoras por la clase de suelo y clima, es como hemos de atraer los capitales y establecer una corriente poderosa de inmigración. Un país que tiene la pretensión de constituirse a semejanza de las naciones más adelantadas, debe empezar por tener siempre a la vista el inventario prolijo de todos sus bienes, para saber si adelanta o atrasa, cuáles son las causas que impiden o facilitan su desarrollo, y poder medir con metros sus progresos”, escribía a Posse.