“Descenso”  una de las tres obras que representa a la Capital Federal en la Fiesta Nacional de Teatro, es una rara avis en el encuentro. Al igual que la tucumana “Un tonto en una caja” -pero en tono de tragedia, mientras que la de Martín Giner es una comedia brillante- retoma el relato clásico: contar la historia en forma lineal, de principio a fin en forma coherente y con buenas actuaciones, en una dramaturgia de actores lograda.

Hasta ahora, la mayoría de las propuestas han trabajado elementos de ruptura estética y saltos argumentales con mayor o menor éxito. Por ello, volver eficientemente a las raíces se transforma en una bocanada de aire fresco. La obra, en sí, cuenta un secuestro que sale mal por las ineptitudes de los delincuentes y los enfrentamientos entre ellos, con crescendo dramático y ritmo que acompaña lo que dice la obra, con cada actor embutido en su personaje con sus defectos y ansiedades, y con el relato de radio del partido que significo el descenso de River Plate a la B como contexto hipertextual que va empujando los hechos hacia el final anunciado.

Esta creación colectiva fue dirigida por Jorge Eiro con buen pulso, para una suerte de policial de derrotados donde lo que está en escena son las miserias de cada uno.

Fresca propuesta

El grupo Teatro del Bardo, de Entre Ríos, protagonizó una de las más gratas sorpresas del festival con su puesta de “El cruce” , la obra de su también directora Gabriela Trevisani -a partir de aportes colectivos- sobre cuentos de Horacio Quiroga y del misionero Sebastián Borkoski. Son Berger, Paulo y Francis que huyen por la selva hacia la frontera para evitar una sangrienta venganza y en el camino cuentan su historia de amor y despacho, de violencia y crimen, mientras ellos mismos asumen conductas animales y se tratan con rigor y a los golpes. La tragedia inevitable y siempre latente esta distanciada por el humor, las canciones (son muy fuertes en este campo, quizás más aún que en la actuación) y un estupendo despliegue físico a cargo del trío artístico de Juan Kohmer, Toño López y Andrés Main. Por momentos, refiere a la película “¿Dónde estás hermano?”, de Ethan y Joel Coen, protagonizada por George Clooney y John Turturro, en los climas y desarrollos que logra.

La obra ofrece el atractivo de ser seductora tanto para jóvenes como para adultos, e incluso se la representa en escuelas con un trabajo previo y posterior a la presentación, como forma de abordaje de la literatura desde la puesta dramática, muy adecuada por cierto.

Problemas santiagueños

Una vez más en representación de Santiago del Estero participó de la Fiesta el grupo de teatro danza que conduce Mauricio Sarmiento, esta vez con “La balsa de la Medusa”. Como fue la historia original que inspiró a un cuadro del francés Teodoro Gericault, la propuesta encalla por deficiencias de su director: se puede tener la mejor tripulación, pero si el que te debe guiar a puerto no sabe hacerlo, va a fracasar. Y como ocurrió en el naufragio de hace 200 años, nadie fue para rescatarlos. Esto indica que la vecina provincia es territorio fértil para el accionar del INT.

Mucho de eso se vio en el bonito y amplio cine teatro Plaza, recuperado por la Municipalidad de Godoy Cruz. Los cuerpos y las destrezas de los bailarines son una rica materia prima (evidencian talento y disposición escénica) que merecen mejor destino del que tuvieron. El desacierto quedó en su máxima expresión con la aparición de personajes disonantes que en vez de aportar contraescenas, relatos paralelos o desafíos interpretativos simplemente distraían con su sinsentido, aparte de una suerte de relator con fallas dramáticas y un video del santiagueñazo de 1993, sin que quede claro su aporte a la propuesta.