Hace un mes, Carlos Cazón (foto) recibió un mail inesperado. Jorgela Argañaras lo convocó como jurado de los premios Gardel, y él le abrió la puerta a los otros dos tucumanos con los que comparte la responsabilidad de elegir a los mejores músicos del país.
El periodista de Radio Fish se sorprendió y alegró con la invitación. Pero también le abrió muchas contradicciones personales. “Descreo mucho de los premios al arte en general, pese a que con el programa Club 3 de Febrero estuvimos postulados dos veces a los Martín Fierro y ganamos un Eter. Son estructuras que nadie sabe bien cómo funcionan y son difíciles de auditar, lo que me genera desconfianza”, admite.
Esta responsabilidad en los Gardel le llega con menos ingenuidad y más certezas, según confiesa: “sé cómo funciona la industria de la música, las presiones de los sellos y de las compañía de artistas, lo que me permite no caer en la ingenuidad; ganan los artistas que están muy metidos en el mercado”. “Si te inscribís, lo hacés sabiendo que te exponés a situaciones determinadas, a cómo se juzga una canción o un disco y son lugares muy particulares. Por mi trabajo y por mi vida, desde los 16 años tuve bandas y estoy en una situación de conocimiento, aunque no de poder juzgar. Elegir genera siempre un conflicto y están presentes el gusto y lo subjetivo”, aclara.
Uno de los aspectos que valora al momento de votar es la forma de trabajo desarrollado por cada artista. Para saberlo, es fundamental el diseño de la página de los Premios Gardel, que aparte de los temas aporta mucha data de las bandas, tanto de lo técnico como de los antecedentes. “Eso indica cómo lleva adelante su carrera, que es una decisión artística y estética que se ve reflejada en lo que hace, en lo que compone y en cómo suena”, remarca.