La Argentina es una privilegiada. Las bellezas de sus montañas y de sus playas no tienen paragón. Pero hay un momento del día que no le pertenece. Ese momento es patrimonio de Uruguay. El atardecer esteño no tiene igual. Los turistas y veraneantes se detienen en ese instante y quedan paralizados ante el espectáculo que protagonizan el sol y el mar. Ellos solos. Apenas el astro se esconde debajo del agua brillante los espectadores estallan en un aplauso. 
La Argentina es una privilegiada. Las bellezas de sus montañas y de sus playas no tienen paragón. Pero hay un momento del día que no le pertenece. Ese momento es patrimonio de Uruguay. El atardecer esteño no tiene igual. Los turistas y veraneantes se detienen en ese instante y quedan paralizados ante el espectáculo que protagonizan el sol y el mar. Ellos solos. Apenas el astro se esconde debajo del agua brillante los espectadores estallan en un aplauso.