Broma o no, el comentario podría salirle muy caro. Según fuentes de la aerolínea Latam, Claudio Calvi -de 61 años- dijo: “si no llega el avión que trae a mi suegra, es porque puse una bomba. En tanto, la abogada del acusado -Silvia Furque- señaló que la frase fue: “mi suegra tiene 85 años, esta demora va a ser como una bomba para ella”. Lo cierto es que la PSA desencadenó el protocolo antiexplosivos en el aeropuerto Benjamín Matienzo y esto generó complicaciones a los pasajeros y a la empresa de vuelo, quienes accionarían legalmente en contra del hombre. Además, está privado de su libertad y en las primeras horas de hoy sería acusado de intimidación pública, un delito que tiene una pena de dos a seis años de prisión.

El hombre quedó detenido por la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) el martes a la tarde. El vuelo que esperaba, en tanto, tuvo que realizar una maniobra que se denomina Zulú: tras el aterrizaje, se ubicó al avión en la zona más lejana al aeropuerto y el personal policial tuvo que controlar cada uno de los equipajes en forma exhaustiva. Por otro lado, un avión de Aerolíneas Argentinas que debía bajar en Tucumán estuvo una hora en el aire hasta que los pilotos recibieron la orden de aterrizar en Córdoba.

Calvi fue presentado ayer en Tribunales Federales pero no declaró porque la fiscalía no había realizado la acusación. Cuando se les ordenó a los efectivos que lo retiraran en una combi, lo único que les dijo a los medios, detrás de una campera que tapaba su rostro, fue: “vayan a buscar a los narcos de La Costanera y déjenme de romper las pelotas”

El fiscal federal Pablo Camuña señaló a LA GACETA que debían analizar el caso, pero que se lo podría enmarcar en el delito de intimidación pública. “No pensó en los problemas de riesgo, como falta de combustible o de enviarlo a otro aeropuerto; es una consecuencia muy dañina y muy peligrosa para considerarlo una broma”, analizó el funcionario. Hoy a las 9, el hombre será presentado ante el juez Daniel Bejas, quien decidirá si lo imputa.

Sin embargo, su situación procesal no es la única preocupación que el detenido tiene en este momento. Según confiaron fuentes policiales a LA GACETA, varios de los pasajeros del vuelo tienen intenciones de presentar denuncias en su contra. Una fuente de la empresa aérea, por su parte, no descartó esa posibilidad. Desde la Justicia se informó que por el momento nadie se acercó a realizar una presentación de estas características.

“No hubo miedo ni histeria, pero sí enojo por cómo nos trataron. Es increíble: la última vez que vine me asaltaron y ahora, una amenaza de bomba”, contó Daniel Hourcade, el técnico de Los Pumas, que formaba parte del pasaje. El último antecedente en Tucumán ocurrió en julio, cuando un vuelo se demoró por una amenaza de bomba. En noviembre, en tanto, un hombre fue detenido en Rosario por decir que tenía una bomba antes de subir a un avión.

MIRADA

Más enojo que miedo a bordo

Julio Marengo - LA GACETA

“¡Por Dios, quiero que termine este díaaaaa!”, dijo la pasajera sentada a dos asientos del mío. Su súplica se escuchó después de que el capitán dijera, con absoluta tranquilidad, que nos quedáramos en los asientos con el cinturón abrochado, porque había una amenaza de bomba.

Nos preguntábamos si lo más inteligente era quedarnos arriba de la nave mientras corría el reloj de la supuesta máquina explosiva, pero no era el miedo lo que predominaba. Y claro que pudo haber sido así: durante el vuelo veníamos leyendo el diario, que informaba que el ISIS había arrasado una plaza en Berlín y que en Turquía habían asesinado al embajador Ruso. Pero no. Pesaban mucho más los dos días de vuelos cancelados y reprogramados.

Quizá por la tranquilidad de la tripulación, o por lo lejano que suenan los ataques terroristas en esta parte del mapa o simplemente porque todo el tiempo la amenaza sonó a mala broma. En ese avión había más cansancio y enojo que pánico.


si se sospecha, se denuncia 
los protocolos de seguridad tienen reglas precisas para afrontar situaciones difíciles
“Estamos acostumbrados a lidiar con bromistas, no es raro que en el mostrador un pasajero diga a tono de chiste que tiene un arma o explosivos en el equipaje. Hay un pequeño margen que queda a criterio de la persona que lo atiende, pero si insiste o se percibe algo raro o hay una mínima sospecha, inmediatamente hay que dar aviso a la autoridad, que en este caso es la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA)”, explicó una empleada aeroportuaria con injerencia en los protocolos de emergencia. “Se puede pensar que en este caso hubo exageración, pero hay que ver qué es lo que detectaron los empleados en ese momento. No podemos arriesgarnos a que ocurra una tragedia porque un empleado de la compañía considere que la persona no está hablando en serio. Ante la duda, se hace la denuncia, y luego quien determina cómo proceder es la PSA, ya no las compañías”, agregó. Según ella, es claro que no todos los pasajeros son conscientes de lo que puede desencadenar una broma de esta naturaleza en el aeropuerto o en el avión.
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defensora 
para la defensora, hubo un “excesivo celo de la psa” tras el comentario del hombre
“Demoraba tanto el vuelo, y como nadie decía nada,  él se acercó y dijo ‘viene mi suegra, tiene 85 años, esto va a ser una bomba para ella’”, dijo Silvia Furque, quien representa al detenido (versión diferente a la que otros testigos dieron el martes). “Y ni siquiera se trató de un chiste de suegras porque la mujer también es su tía. El es primo hermano de su esposa”, agregó. “Hasta los pilotos se reían (el audio puede escucharse en LAGACETA.com.ar) ¿Cómo iba a poner una bomba si estaba en Tucumán? Él se fue caminando a los negocios que están frente de los lugares de atención y a los 10 minutos lo detuvieron. Si alguien dice que tiene una bomba, sale corriendo y se va. Fue un exceso de celo de la PSA”, argumentó. Furque dijo que su defendido es una buena persona y que no debe estar privado de su libertad. “Está arrepentido, dolido y molesto, porque no era ese el fin de lo que él dijo. No tiene antecedentes, es una excelente persona. Y como no había indicios de que hubiera un explosivo, deberían haberlo dejado libre”.


Si se sospecha, se denuncia 
Los protocolos de seguridad tienen reglas precisas para afrontar situaciones difíciles

“Estamos acostumbrados a lidiar con bromistas, no es raro que en el mostrador un pasajero diga a tono de chiste que tiene un arma o explosivos en el equipaje. Hay un pequeño margen que queda a criterio de la persona que lo atiende, pero si insiste o se percibe algo raro o hay una mínima sospecha, inmediatamente hay que dar aviso a la autoridad, que en este caso es la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA)”, explicó una empleada aeroportuaria con injerencia en los protocolos de emergencia. “Se puede pensar que en este caso hubo exageración, pero hay que ver qué es lo que detectaron los empleados en ese momento. No podemos arriesgarnos a que ocurra una tragedia porque un empleado de la compañía considere que la persona no está hablando en serio. Ante la duda, se hace la denuncia, y luego quien determina cómo proceder es la PSA, ya no las compañías”, agregó. Según ella, es claro que no todos los pasajeros son conscientes de lo que puede desencadenar una broma de esta naturaleza en el aeropuerto o en el avión.

Defensora 
Para la defensora, hubo un “excesivo celo de la PSA” tras el comentario del hombre

“Demoraba tanto el vuelo, y como nadie decía nada,  él se acercó y dijo ‘viene mi suegra, tiene 85 años, esto va a ser una bomba para ella’”, dijo Silvia Furque, quien representa al detenido (versión diferente a la que otros testigos dieron el martes). “Y ni siquiera se trató de un chiste de suegras porque la mujer también es su tía. El es primo hermano de su esposa”, agregó. “Hasta los pilotos se reían (el audio puede escucharse en LAGACETA.com.ar) ¿Cómo iba a poner una bomba si estaba en Tucumán? Él se fue caminando a los negocios que están frente de los lugares de atención y a los 10 minutos lo detuvieron. Si alguien dice que tiene una bomba, sale corriendo y se va. Fue un exceso de celo de la PSA”, argumentó. Furque dijo que su defendido es una buena persona y que no debe estar privado de su libertad. “Está arrepentido, dolido y molesto, porque no era ese el fin de lo que él dijo. No tiene antecedentes, es una excelente persona. Y como no había indicios de que hubiera un explosivo, deberían haberlo dejado libre”.