Decenas de banderitas argentinas y papales flamearon desde las siete de la mañana en el acceso a la cárcel de mujeres, en la Banda del Río Salí. Los vecinos madrugaron y a la intemperie aguardaron para conocer al enviado del Papa, Giovanni Re, cuyo desayuno con las presas estaba programado a las 9.30. “Vine hasta acá porque es algo histórico. Es la provincia más pequeña y el corazón de la Argentina. Vivimos una crisis moral y de valores, sobre todo por parte de los políticos. Lo único que nos queda es rezar y tener fe en que todo va a cambiar”, destacaba Fátima Moyano, llegada de Ranchillos.

El cardenal arribó a la hora pactada, cuando el sol asomaba por minutos y el frío se hacía más intenso. Pero los fieles, tan ansiosos, no pudieron verlo debido a que ingresó al penal en un auto con vidrios polarizados. Lo escoltaba una nutrida custodia, conformada por 10 gendarmes, numerosos móviles de la Policía y el grupo CERO. Aun así, nadie se movió de su lugar. Todavía tenían la esperanza de conocerlo.

Antes de entrar a conversar con las reclusas, Re recibió regalos de la Municipalidad de Banda del Río Salí. Le entregaron dos cofres en vitrofusión que contenían obsequios en alpaca, todos grabados por el artesano de la ciudad, Raúl Vélez, con el motivo de “La familia zafrefra”. Los últimos retoques estuvieron a cargo, hace dos días, de representantes de distintas áreas de la comunidad bandeña: el centro de jubilados y obreros del ingenio San Juan. Además, se le entregó la llave de la ciudad y fue declarado Ciudadano Ilustre.

Durante el desayuno, Re escuchó a algunas reclusas y les dejó el mensaje que Francisco les había enviado. Habló de paz y les dio ánimo para seguir creyendo en Dios y para reconciliarse con Él. Pidió compromiso con el hábito de rezar y, sobre todo, que tengan confianza en el Padre.

Emociones

Una de las internas, acusada de matar a su hermano, leyó una carta que había escrito para el Papa. Le pide el descanso eterno de su familiar y además cuenta que la cárcel se convirtió en su segundo hogar, ya que está agradecida por haber podido encontrar la libertad interior con la ayuda de la Pastoral. Fue ahí cuando Re agradeció el trabajo que realiza esa área de la Iglesia, para que las presas puedan sentirse en condiciones de afrontar la realidad, adentro, y al salir de la penitenciaría.

Otra reclusa, que está embarazada, le pidió la bendición para ella y para su bebé. El enviado de Francisco habló sobre el futuro de los niños. haciendo alusión al compromiso con Dios, la fe y la esperanza.

El ministro de Seguridad, Regino Amado, acompañó al cardenal durante el recorrido por las instalaciones. Ambos apreciaron el trabajo de las reclusas que pintaron y adornaron la institución para recibir la visita en las mejores condiciones.

Luego del desayuno, Re se acercó a la puerta para saludar a los vecinos que lo aguardaban. La alegría de los fieles superó los esfuerzos de la custodia. “Espero verlos mañana en el hipódromo”, destacó Re y, ante el pedido de la gente, les dio la bendición a todos.