Como vamos viendo, el Soberano Congreso sesionaba en Tucumán prácticamente todos los días. No lo hizo el viernes 24 y tampoco lo haría el sábado 25 de mayo de 1816, por la fiesta patria. Pero, entretanto, ¿qué ocurría en Buenos Aires y en el litoral? El Director Supremo, Juan Martín de Pueyrredón, seguía en el norte. Todavía no había llegado a Buenos Aires, para reemplazar a Antonio González Balcarce, quien actuaba como interino. Este último manejaba el espinoso problema de las relaciones con el gobernador de Santa Fe, Estanislao López, y con el jefe de los orientales, José Artigas. El pacto de Santo Tomé, que Buenos Aires había firmado (9 de abril) con López, era un paso previo a acordar una paz definitiva con los santafesinos. Tanto el pacto como la designación de Balcarce eran irregulares: se habían producido ya instalado el Congreso y sin su autorización. Pero el cuerpo no tuvo más remedio que aceptarlas y despachó, como comisionado de pacificación en Santa Fe –vimos- al diputado Miguel Calixto del Corro.

A fines de abril, ni bien llegados a Santa Fe, los comisionados porteños Marcos Balcarce, Francisco de Escalada, Manuel Vicente Maza y el tucumano José Miguel Díaz Vélez informaron a López sus propósitos de “sellar la amistad” con Santa Fe. Y también se dirigieron a Artigas proclamando idénticos propósitos a su respecto. Le aseguraron que lo entrevistarían ni bien quedara finiquitado el tema de Santa Fe. Las conversaciones se desarrollaron durante todo el mes de mayo de 1816. Representaban a los santafesinos Cosme Maciel, Pedro Tomás de Larrechea y Juan Francisco Seguí.