Señor Núñez Campero, lamento nuestra discrepancia sobre los trágicos acontecimientos de los años 70. Entiendo que su objeción más fuerte –además de molestarle mi crítica a la mirada ideológica del libro– reside en que usted considera que no son equiparables la violencia de los “jóvenes armados y clandestinos” con la violencia de un Estado que perdió el rumbo en manos de seres perversos. Yo creo que sí; simplemente es violencia. La violencia, lo decían los griegos, engendra violencia, si bien es el Estado quien debe administrar la ley y hacer justicia. Sin embargo, jamás pensaría que fue un acto de “responsabilidad” la de esos jóvenes al tomar las armas. Fue locura, muerte y excesos de ambos lados, guiados por ideologías. Considero ideológica una posición, cuando todo el universo de ideas de un sujeto toma un tinte único, emocional y sesgado, sobre la realidad, y lo cree objetivamente verdadero.

Ahora bien, creo que las posiciones últimas que adoptan las personas ante el mundo son, más que el resultado de argumentaciones, opciones vitales, y como tales, a veces equivocadas. Aún así, yo hice algunas en el intento de vivir mejor:

1- Opté por la democracia y por la defensa de las instituciones.

2- Opté por el diálogo y la tolerancia en la sociedad.

3- Opté por la libertad de pensamiento y la educación para alcanzarla.

Mi crítica al libro El Nieto nace de estas opciones.

Cristina Bulacio - Tucumán