El escenario de segunda vuelta en la elección presidencial de 2003 quedó planteado en la noche del 27 de abril. Medio mes transcurrió hasta que Carlos Menem (Frente por la Lealtad) renunció a dar la batalla final contra Néstor Kirchner (FPV).
Se convirtió así en el segundo desertor ante el inminente balotaje. En circunstancias muy distintas, la UCR le requirió al gobierno de Alejandro Agustín Lanusse en 1973 que no convocase a la segunda fase. La fórmula Ricardo Balbín - Eduardo Gamond consiguió el 21% de los votos contra el 49,56% de Héctor Cámpora - Vicente Solano Lima. A estos candidatos del Frejuli les faltaba muy poco para superar la barrera del 50%.
El escrutinio del 27 de abril reveló que el binomio Menem -Juan Carlos Romero (Lealtad) obtuvo el 24,4%; Kirchner - Daniel Scioli (FPV) el 22,2%; Ricardo López Murphy - Ricardo Gómez Diez (Recrear) el 16,4%; Adolfo Rodríguez Saá -Melchor Posse (Movimiento Nacional y Popular) el 14,1%, y Elisa Carrió - Ricardo Gutiérrez (ARI) el 14%. Muy lejos se situó la fórmula de la UCR (Leopoldo Moreau - Mario Losada) con el 3%.
Esas cifras posicionaron a Kirchner, candidato del presidente Eduardo Duhalde, y a Menem como actores del duelo fdecisivo. De ese modo, se configuró una auténtica interna del justicialismo en el marco de la sociedad.
La emergencia de López Murphy debilitó a Menem y a la UCR porque capturó votantes radicales, peronistas y liberales, además de círculos empresarios.
Ahora bien, el comportamiento del electorado puede explicarse siguiendo la distinción entre voto sincero y voto estratégico. El elector apela al voto sincero cuando opta por el postulante de su preferencia. Los cómputos del 27 de abril trasuntan ese comportamiento.
Después del 27, las encuestas desnudaron progresivamente la caída de Menem y el ascenso de Kirchner. Se prefiguraba el voto estratégico, mediante el cual el elector se inclina por el candidato que cree menos perjudicial para sus intereses.
Euforia y especulación
La dirigencia peronista procesaba de distinta manera la disputa por el sillón presidencial. Menem consiguió el 31% de sufragios y Kirchner el 23%. En los medios políticos se entendía que el revés de Kirchner afectaba al gobierno de Miranda y al senador José Alperovich -postulante a la gobernación-. Nadie esperaba la elección que hizo Kirchner en Tucumán, dijo Alperovich, sin embargo.
La euforia, en tanto, embargaba, a los menemistas Sisto Terán, Roque Alvarez, Juan Antonio Ruiz Olivares, Fernando Juri y Olijela Rivas. Ella golpeó a la administración de Miranda por la derrota. No pudo ganar ni con las presiones ni con las extorsiones a los comisionados rurales, aseveró.
A todo esto, Ricardo Bussi planteó que FR no intervendría en el balotaje por ser partido de distrito, pero admitió que buena parte de la militancia había trabajado por Menem. El riojano había firmado el Compromiso por Tucumán, que le giró Antonio Bussi. Peronizamos la elección, opinó Julio Díaz Lozano, que con Rodríguez Saá capitalizó el 12,8% de votos locales.
El desenlace
Con el avance de mayo, el partido gobernante en Tucumán se centró en el armado electoral del 29 de junio. Entre Menem, de un lado, y Kirchner y Duhalde, se disparó una guerra de acusaciones.
El riojano denunciaba fraude y reparto de bolsones para comprar votos. No obstante, el voto estratégico daba el 70% para Kirchner y el 30% para Menem en los sondeos. Funcionó la tesis del mal menor. Así fue como Menem decidió retirarse de la puja el 14 de mayo aduciendo que no había condiciones para competir.
El escenario quedó dominado por el peronismo.