“Lo vi vomitar en el gimnasio y casi perder el conocimiento. Lo vi recibir golpes, puñetazos en las costillas, caerse. Tenía inflamaciones de verdad. Miraba si iba a parar o a tirar la toalla, pero seguía adelante. Empujé a Jake hasta el borde y llegó conmigo”, sostuvo, admirado, Antoine Fuqua. Al rodaje de “Revancha” le sobraron aspereza y realismo, porque esa es la consigna de la película. La historia de un hombre que toca fondo y, con tal de emerger, es capaz de cualquier sacrificio.
La transformación de Jake Gyllenhaal en el campeón de boxeo Billy Hope resultó asombrosa y es tema de elogio en Hollywood. Ganó 10 kilos de puro músculo y moldeó su cuerpo como si de un púgil se tratara. Pero su interpretación va mucho más allá de esa cuestión física y de las impresionantes imágenes que Fuqua rodó arriba del ring. Gyllenhaal carga con un personaje complejo y lo resuelve a la perfección. En su futuro hay una candidatura para el Oscar.
A Billy el drama lo golpea en el mejor momento de su carrera, cuando disfruta del dinero y de la fama junto a una familia ideal. Pero la trágica muerte de su esposa (Rachel MacAdams) y el distanciamiento de su manager de toda la vida (el rapero 50 Cent) lo empujan al abismo. En ese trayecto pierde la tenencia de su hija (interpretada por Oona Laurence). A Billy sólo le queda iniciar el camino de la redención sobre el cuadrilátero y para eso acude a un experimentado entrenador (el gran Forest Whitaker).
Detrás de “Revancha” está la sólida historia escrita por Kurt Sutter, cuyos guiones brillan en TV (“The shield”, “Sons of anarchy”). Claro que el motor que impulsó la película fue Fuqua, artesano del thriller consagrado con “Día de entrenamiento”. La dupla Fuqua-Gyllenhaal volverá a encontrarse pronto, porque el director llevará a la pantalla la vida de Max Mermelstein, el “camello” que se convirtió en informante de la DEA y fue clave para desbaratar el Cartel de Medellín.
Lo curioso es que el papel de Billy Hope estaba destinado a Eminem, pero el rapero se bajó del proyecto y a Gyllenhaal el desafío le pareció formidable. De allí tanto compromiso. “Es la rabia que expresa en el ring lo que a Billy le consigue todo. Y es esa misma furia después la que lo lleva a destruir todo lo que había conseguido -destaca el protagonista-. Entonces entiende que la rabia tiene que tener una motivación. No podés comportarte como un padre cuando te dejás vencer por sentimientos infantiles, creo que esa es la idea central de esta película”.