Uno se desespera, quiere verlo, quiere hacer algo por el amigo que está enfermo, pasándola mal. Pero después entendés que una forma de ayudarlo es estar, simplemente estar, y también respetar sus tiempos y sus espacios. Dejar de lado la necesidad que tiene uno de verlo. Es difícil entenderlo y escaparle al egoísmo. Pero eso es ayudarlo, estar en las malas.

A Matías le llevó más de un año entenderlo. Apenas pisaban los 30 cuando a su amigo Santiago le diagnosticaron una enfermedad de la que no podría curarse, y que se lo llevó en un año y medio. En las reuniones, como la que seguramente harán mañana, desde hace cinco años falta un vaso. Pero al momento del brindis, el grupo de compañeros que junto a su familia fueron el sostén de Santiago, decide recordar lo bueno. “Su papá nos contaba que, estando en cama, miraba una foto en la que estábamos todos y añoraba volver a esos tiempos. Yo quiero recordar esos tiempos, no los otros, aunque hayan sido muy dolorosos”.

Por eso, Matías, Adrián, “el Payo” y el otro Adrián lo tienen siempre presente y también sienten que cumplieron con su misión de estar con los amigos en las buenas y en las malas. Las enseñanzas, como siempre en estos casos, fueron para todos. Nadie del grupo volvió a ser el mismo después de lo que vivieron. Por eso, mañana, como siempre, el brindis del Día del Amigo será por el recuerdo de Santiago.