CLEVELAND.- Stephen Curry sabía a quién tenía que agradecer su primer anillo de la NBA. Incluso antes de que sonara la campana del final del partido en Cleveland, la estrella de los Golden State Warriors fue hacia Steve Kerr, su entrenador, y le dio un abrazo. Juntos celebraron el primer título de la franquicia de California desde 1975. Sin los triples del primero no habría sido posible. Sin las tácticas del segundo, tampoco.
“Recuerdo cuando íbamos a Oakland a jugar y Warriors tenían equipos miserables. Me alegro por nuestros aficionados”, señaló Kerr después de que Golden State venciera el martes a Cleveland Cavaliers por 105-97 y pusiera un inalcanzable 4-2 en las final.
Kerr, de 49 años, jugó muchas veces ante Golden State. El ahora exitoso entrenador fue un escolta que ganó cinco anillos, tres con los Chicago Bulls y dos con los San Antonio Spurs. Entonces, ya era considerado un jugador “científico”, un gran tirador que estudiaba a sus rivales para paliar sus carencias físicas y encontrar soluciones provechosas para el equipo.
Este título es el primero como entrenador. Y en su primera temporada como DT. Algo así no sucedía desde que Pat Riley llevó a Los Angeles Lakers al anillo en 1982.
En aquel año, Kerr estaba lejos de Estados Unidos. Nacido en Beirut en 1965, perdió a su padre, Malcolm Kerr, un estadounidense experto en Oriente Próximo, víctima de la guerra civil en Líbano en 1984. Aquello tuvo un fuerte impacto en él, pero no afectó a su carácter relajado. Gracias a esa impronta, los Warriors ganaron su primer título en 40 años.
La llegada de Kerr a los Warriors a comienzos de temporada se produjo con polémica. Era reconocido como uno de los mejores analistas de baloncesto en la prensa estadounidense, pero no tenía ninguna experiencia en los banquillos y llegaba a un equipo con muchas urgencias.
Los dirigentes de la franquicia tomaron una decisión muy impopular al despedir a Mark Jackson, un técnico con buenos resultados y magníficas relaciones con Curry, David Lee o Klay Thompson, tres pesos pesados en el vestuario.
Pero Kerr pronto ganó la simpatía de un vestuario que no duda en señalarle como uno de los grandes responsables del éxito. El técnico de los Warriors tomó numerosas decisiones trascendentes durante la serie final, pero ninguna tan importante como situar a Iguodala de titular a partir del cuarto encuentro ante los Cavaliers. Su equipo pasó a jugar con un equipo lleno de “pequeños” y los Cavaliers no encontraron respuestas.
El final de ese detalle revela a un Iguodala que se convirtió en el primer jugador en ser MVP (Jugador Más Valioso) de las finales después de ser suplente toda la temporada regular.
Por eso no sorprendió que el propio Iguodala asegurara tras levantar su trofeo: “Yo de mayor quiero ser Kerr”. (DPA)