DISERTA HOY

• A las 18, en el hotel Metropol (24 de Septiembre 524).


Decidió estudiar ingeniería, porque su deseo era entender cómo funciona el mundo. Pero cuenta que se sintió insatisfecho. Entonces, cambió rotundamente el foco de su interés y decidió especializarse en las emociones, porque evaluó que se las estaba despreciando. “Se le da mucha bolilla a lo racional”, aseguró Federico Fros Campelo. El autor de “Ciencia de las emociones” y de “Mapas emocionales” derriba el mito de que las emociones tienen origen en el corazón, y explica que eso ocurre en distintos procesos cerebrales. Además, niega que se opongan a la razón. Hoy profundizará en estos temas junto al psicólogo Manuel Andújar durante un café científico organizado por la Sidetec. Antes de llegar a Tucumán conversó con LA GACETA.

- ¿Qué es la ciencia de las emociones?

- No es una disciplina que existe como tal, sino que alude al repertorio de actividades que se están haciendo en distintas disciplinas, como la neurociencia, la psicología cognitiva y la psicología evolutiva. Es un esfuerzo que hacen los científicos para poder entender por qué tenemos los procesos emocionales que tenemos.

- ¿La emoción se opone a la razón?

- No hay oposición entre razón y emoción. Es un cúmulo de procesos que van juntos. Lo que estamos haciendo es poner las emociones en un plano biológico y al razonamiento, también.

- ¿Entonces, qué interviene en una emoción?

- Por un lado, el cerebro, que ejecuta programas como si fuera una computadora. Por el otro, el cambio corporal que sufre nuestro cuerpo como resultado de los comandos que manda el cerebro. Si te enojás, lo que te ocurre es una respuesta corporal a un comando del cerebro. No es posible sentir emociones sin un cuerpo. Eso deja de lado la noción de que las emociones suceden en el vacío. Es decir, no hay ambientes con emociones: uno no entra a una empresa abarrotada de mala onda, porque el proceso está dentro de nosotros. Otro mito que se rompe es que las emociones están en el corazón. Si les tenemos que poner una dirección, avenida Emoción al 300 es el cerebro.

- ¿Podemos desconectarnos de las emociones que nos hacen mal?

- Sí, se puede, pero no hay soluciones mágicas. El estado de la ciencia actual es tal que cuando queremos instrumentar cambios en nuestras emociones no podemos hacerlo simplemente tomando una pastilla. Hoy en día, la farmacología intenta resolver ansiedades o depresiones de la misma manera con la que intenta resolver una gripe. Podés aliviar los síntomas de una emoción, pero el procesamiento cerebral, que es una cuestión interna tuya, no se puede resolver con un fármaco. Creo que de acá a 30 o 50 años, probablemente existan herramientas que acerquen al aspiracional de decir “me tomo un fármaco y estoy mejor para hablar en público”. Hoy, cuando uno tiene ansiedad y toma un fármaco, se le apagan todos los procesos de entusiasmo. Y también se le apaga el deseo de cualquier otra cosa. Es como querer sacar una cucaracha de la cocina con una granada.

- ¿Ser impulsivo es el triunfo de la emoción?

- El proceso químicamente responsable de que vos sientas deseos de, ganas de, radica en los circuitos más profundos del cerebro. Se lo puede llamar sistema de la recompensa. Está centrado en circuitos muy añejos del cerebro, vinculados con momentos de la evolución mucho más antiguos. Entonces, claramente, si uno no opone recursos cognitivos, es decir, recursos de análisis sobre procesos tan profundos del cerebro siempre va a ganar el impulso, el deseo. En una sociedad irascible, es fundamental moderar la emoción antes de que empiece y sólo se lo puede hacer si uno sabe cómo son los pasos de la emoción. Dentro de cualquier situación de irascibilidad se encuentra un componente fundamental: el dolor.

- ¿Permitir que las emociones ingresen en el ámbito laboral potencia las capacidades de los trabajadores?

- Totalmente; es imposible exigirle a una persona que divida entre su ámbito laboral y sus acciones. En el mundo de las empresas nos estamos dando cuenta de las barbaridades que hicimos: le exigimos a un trabajador que no piense en otra cosa que no sea el laburo, que la familia está después del laburo...