Sin dudas, la presencia del vicepresidente Amado Boudou en los actos por el 9 de Julio que se celebraron hoy en Tucumán opacó la esencia de la fiesta patria. El cuestionado funcionario, procesado en la causa Ciccone, se llevó la atención generalizada, sobre todo porque hasta ahora no había hablado en público desde que se complicó su situación judicial. 

Luego de formular un discurso enardecido, en el que hizo prevalecer las figuras de sus mentores, el ex presidente Néstor Kirchner y la actual mandataria, Cristina Fernández, Boudou bajó del estrado para saludar a los funcionarios presentes, quienes en todo momento parecieron esforzarse para no dejar trasuntar la incomodidad que les provocaba la situación. Como era de esperar, nadie le negó el saludo. Sin embargo, cuando le tocó el turno, el ministro del Interior y Transporte, Florencio Randazzo, no pudo esconder el malestar que parecía provocarle el tener que saludar a Boudou, y optó por quedarse firme, sin mover un músculo. Frente a esta actitud, el vicepresidente ensayó una salida elegante y se acercó a decirle algo al oído, momento en el que aprovechó para estamparle un beso en la mejilla, que dejó sorprendido a Randazzo.