La bella Caity Lotz comenzó su carrera como bailarina en las giras de Lady Gaga y de Avril Lavigne, pero su cabello rubio y sus ojos infinitamente azules le auguraron, pronto, un destino de primer plano. Su rostro se hizo más familiar cuando “El pacto” fue estrenada en los cines norteamericanos en 2012 y en el Festival de Sitges, el principal certamen español del género de terror.

Lotz es Annie, quien debe regresar a la tétrica casa de su infancia al fallecer la madre, luego de huir de ella por los castigos recibidos. Esa misma noche, apariciones fantasmales le anticipan un futuro complicado, que se agrava cuando desaparecen su hermana y su prima, los familiares que la unían con su pasado. A su cargo quedó una pequeña sobrina, destinataria de sus esfuerzos para que la historia no se repita en el pequeño pueblo de San Pedro.

El mayor mérito que se menciona de este thriller sobrenatural es la sobriedad. Abreva en la vieja escuela del género, en la que lo sugerido es siempre mejor que lo evidente, aunque las presencias extrañas estén a la vista de todos y a plena luz del día. Ópera prima en largometraje de Nicholas McCarthy (ampliación de un corto que filmó sobre la misma historia y que fue aplaudido en el reconocido Festival de Sundance), lo muestra con solidez en dirección de escenas y de actuaciones, aparte de haber sido el encargado del guión. Precisamente, el esquema de la película tiene los elementos justos para contar la historia que atrae al público, sin recurrir a desvíos o relatos paralelos.