Las fotografías son apropiadas para dar cuenta de una realidad, pero nunca habrá que olvidar que quien obtura una cámara, lo está haciendo desde una determinada mirada, desde una posición definida; conquistando una imagen que desea.

Por eso, tal vez, no se comprenda de buenas a primeras por qué los teatristas (o una buena parte de ellos), se quejan por la creación de más de 2.500 localidades para el teatro, cuando la lógica indicaría que deberían estar contentos.

Tres salas nuevas, dos de ellas en buenas condiciones. ¿Por qué tanto malestar, entonces? Si se ajusta el zoom, se podrá observar que el recuperado Espacio Cultural Don Bosco, ha motivado protestas: directamente no se encuentra en condiciones para su funcionamiento, señalan los artistas. “Todo está atado con alambre”, le confió a este columnista un integrante de la Orquesta Estable. El espacio no tiene tratamiento acústico; hay dos baños para cerca de 60 personas, y el frío afecta tanto a los músicos como a los instrumentos, que pueden romperse. “La ‘calefacción’ que colocaron es una especie de turbina conectada a una garrafa que tira fuego. Una precariedad que no se puede creer. Y por último, y lo más importante de todo, no hay matafuegos”, describió el músico.

Hasta las propias autoridades han reconocido estas situaciones, por lo que debieron suspender algunos ensayos.

El malestar mencionado podrá expresarse el miércoles, cuando a las 11, los artistas de los cuerpos estables se concentren en la sede del Ente Cultural para reclamar un largo pliego de demandas.

Regularizando el zoom, a una distancia común, podrá advertirse que la mayoría de las puestas independientes en la provincia (entre el 70 y 80%), trabajan con un público que, pocas veces, supera los 150 espectadores; en el mejor de los casos, ese número (y lo mismo vale para el Teatro Estable), se duplica los días del estreno.

Entonces, el Teatro Mercedes Sosa, con más de 1.500 localidades, o el mismo espacio Don Bosco o la sala del Hilton, ¿en qué le serían útiles a los teatristas tucumanos? Razonan, y se preguntan: ¿no hubiera sido más necesario apostar a salas de menores dimensiones, cuya inversión, además, son muy inferiores?

Así las cosas, está claro que los nuevos espacios están destinados al alquiler de producciones de espectáculos de revista o comedia musical (por lo general son los más concurridos) que hacen giras por el interior del país. El viejo reclamo de los productores se ve así satisfecho, y la provincia podrá contar con un teatro o sala para más de 1.000 personas en buenas condiciones, como lo tiene Salta.

La fotografía, entonces, exhibe distintas miradas e intereses. La de los teatristas, una vez más, postergada.