“Los narradores de la historia oficial tienen que dejar de vendernos espejitos. Tal como dicen ellos que lo hacía Cristóbal Colón con los habitantes de los pueblos originarios de América. El navegante genovés y su tripulación, cuando llegaron a América, cometieron atrocidades, en nombre de España. No sólo despojaron a los indígenas de las riquezas minerales (oro y plata) y naturales de nuestra tierra sino también violaron a las mujeres y les contagiaron enfermedades y calamidades que acá ni existían”. Sereno, seguro y con aplomo, el cordobés de Villa Dolores, Julio César Olmedo reivindicó a los indígenas de nuestro continente.

Hombre de campo
Olmedo, jinete de pura cepa; hombre de campo; jockey de sangre pura de carreras; entrenador y herrador de caballos de polo y de rectas, hace un culto de la aventura y de la amistad. A los 50 años decidió unir, a lomo de caballo y de mula, su Córdoba natal con las ruinas de Machu Picchu, en Cuzco, Perú.

“Esta travesía también es para reivindicar a las comunidades indígenas como los Comechingones, de “La Docta”; los Quilmes, de Tucumán; los Matacos, del Chaco; los Mapuches, de la Patagonia y los Incas, del Perú, entre otras”, agregó el trotamundo mediterráneo, que vivió dos años en Tailandia y la India, contratado por César Yáñez. Además, hizo tres temporadas de polos en Colombia, para la empresa Sello Rojo, de Rafael Vivas.

Un personaje
Julio, como le gusta que lo llamen, fue jockey de caballos de carreras, tanto de hipódromos como de cuadreras durante más de tres décadas. “A los 10 años gané un gran premio importante en Villa Dolores. Fue la primera plata grande que vi. También corrí en Palermo. Después por una cuestión de peso dejé esa actividad y me dediqué a entrenar y al herraje correctivo de caballos deportivos”, comentó.

“Muchos me preguntan como financio esta cabalgata a Machu Pichu”, cuenta el jinete. “A través de los amigos que fui cosechando en la vida -añade- y de los amigos de mis amigos que voy conociendo a lo largo del trayecto. Si me quedo sin dinero trabajo en dónde hay demanda de lo que hago. Es importante contar con los fondos necesarios para alimentar a los animales. En Icaño, Catamarca, se me murió la yegua “Hipa”, que comió algarrobo. Tuve que esperar que me enviaran estos dos que tengo ahora. El negro “Pablito” y la mula “Gitana” para continuar la travesía”.

El 20 de noviembre de 2013, Olmedo partió de Villa Dolores, Córdoba. Estima que entre marzo y abril de 2015 arribará a Machu Pichu.

En su ciudad natal dejó a su hija menor, Fabiana, de 22 años, que en diciembre se graduó como profesora de Educación Física. “Ella vive con su madre, de la cual estoy divorciado hace 15 años. Tengo tres mujeres. La mayor, Vanesa de 28 años, vive en Buenos Aires y es psicóloga y Laura, de 24, es diseñadora de modas en la capital cordobesa. Las tres me apoyan en lo que hago. Me conocen y saben que esta vida es la que me hace feliz y conocer gente”, remarcó.

Defensor del gaucho
Julio Olmedo viaja con dos alforjas, dos aperos, pujavante (para cortar la pezuña) y legra (para alisarla). No le teme a la gente y defiende al gaucho. “Es gente sana y sin dobles intenciones”. En la avenida de Circulación lo paró un motociclista. Pensó que lo asaltaba. Pero al final le obsequió $20 para un sanguche y una gaseosa. “Me dio una lección de solidaridad y respeto”, afirmó.

“El tramo más difícil será Bolivia. Pienso ingresar a Perú por la zona del lago Titicaca, por la parte del Puno”, aseguró.