Quienes concurran esta noche al cementerio del Oeste no irán a convocar espíritus ni a despedir a algún ser querido. Lo harán respondiendo a una invitación a escuchar música de cámara, que resignificará un espacio no tradicional como es la capilla de esa necrópolis. Allí, la Camerata Lazarte presentará “Navidad en Concierto”, actividad organizada por la Dirección de Cementerios dependiente de la Secretaria de Servicios Públicos de la Municipalidad de la capital.

Hay una industria mundial montada alrededor de los cementerios. Julio Lazarte (fundador y director de la Camerata) recuerda para LA GACETA que “todo comenzó como una actividad turística en España, y tuvo mucho éxito, porque superó ese ámbito y se amplió a otras esferas”. En cambio, en nuestro país, ese criterio aún no se aplica y todo se limita a visitas turísticas.

“Ir al cementerio ya no se basa en el patrimonio funerario histórico, sino que es una nueva manera de ver la muerte, en una forma muy diferente. Se desarrolló la posibilidad de darle un sentido cultural amplio, de comenzar a hacer muestras de artes plásticas, de música y de recitales poéticos musicales, como el que se realiza en el cementerio de Poble Nou con velas. Los psicólogos y psiquiatras lo observan como un benéfico efecto terapéutico, ante la certeza de que la vida que en algún momento se va a acabar”, detalla.

- ¿Qué desafíos tiene actuar en un espacio no convencional?

- La Camerata Lazarte tiene un largo historial de actuaciones en espacios no convencionales. Nuestro ciclo “Música en los barrios” comenzó hace 25 años, junto con presentaciones en escuelas, colegios, capillas y parroquias. El principal desafío desde lo musical es el tema acústico, ya que esos ámbitos no fueron diseñados específicamente para conciertos. Pero la elección cuidadosa del repertorio y un trabajo minucioso de balance permite salvar estos obstáculos en la mayoría de los casos.

- ¿Cuáles son las ventajas?

- Desde el punto de vista cultural y social, todos los problemas se invierten. Estos espacios nos permiten entregar la música de cámara a audiencias y públicos no acostumbrados a estos mensajes artísticos. La respuesta es siempre muy gratificante para nosotros, en la certeza de que estamos siendo fieles a nuestro principio de que la música clásica no es un privilegio de pocos, sino un derecho de todos.

- ¿Es una experiencia inédita actuar en el cementerio?

- Es una novedad para Argentina, y nos llena de orgullo ser los primeros portadores. Ciertamente es un ámbito inusual en nuestro medio; pero no lo es si se tiene en cuenta que algunas de las mayores creaciones del arte musical se compusieron para circunstancias fúnebres y se interpretaron en iglesias y capillas, como muchos réquiem y obras religiosas. Esta experiencia sobrepasa lo artístico y se trasunta en terapéutica, ya que acompaña a un estado de conciencia superior sobre la finitud y los valores vitales.

- ¿El lugar condiciona el repertorio elegido?

- La elección de un repertorio es un arte en sí mismo. Deben tenerse en cuenta el destinatario del mensaje, el ámbito arquitectónico, las circunstancias sociales, y todo un bagaje de condicionantes. Hemos seleccionado la obra Hortus Musicus del compositor alemán del siglo XVII, Jan Adam Reincken, fundador del llamado “estilo fantástico”, una excelsa combinación de rigor formal y fantasía creativa. Fue uno de los más grandes compositores de música barroca, modelo imitado y expandido por la siguiente generación, cargada de nombres ilustres como el de Johann Sebastian Bach.

- ¿Qué significa la obra de Reincken en este momento?

- El concepto de Camerata (creado a fines del renacimiento en Florencia) implica no sólo un grupo de ejecución musical, sino básicamente una tarea de investigación y desarrollo técnico y estético constante. Por esa razón nos resulta especialmente beneficioso, en esta circunstancia tan especial, adentrarnos en la música de un autor que fue un verdadero pináculo de la escritura contrapuntística, y que nos plantea innumerables retos técnicos a nuestros músicos.

ACTÚA HOY

• A las 20 en la capilla del Cementerio del Oeste, Asunción 150.