Héroe de guerra, estadista, defensor de los derechos civiles, John Fitzgerald Kennedy encarnaba hace medio siglo el modelo ideal del presidente estadounidense, hasta que tres balas pusieron fin a su vida, el 22 de noviembre de 1963. Kennedy fue asesinado por el ex marine Lee Harvey Oswald, de 24 años, quien disparó desde el sexto piso del Depósito de Libros de la Escuela de Texas cuando la caravana presidencial recorría el centro de la ciudad de Dallas. La primera bala no dio en el blanco. La segunda bala perforó la garganta de JFK. La tercera le voló la parte de atrás de la cabeza. Sin embargo, las dudas persisten sobre el magnicidio, ya que muchos estadounidenses se niegan a creer que el crimen fue cometido por un solo asesino.

No obstante, la Comisión Warren determinó en 1964 que Oswald actuó solo para matar a Kennedy, por lo que en los últimos años empezó a declinar la teoría de que hubo una conspiración para asesinar a JFK. Según un informe del diario británico "The Guardian", la teoría de la conspiración cayó del 89% en 1970 al 59% en la actualidad. No obstante, el poderoso servicio secreto estadounidense CIA aparece sobrevolando en casi todas las teorías conspirativas sobre la muerte del popular presidente demócrata.

También son mencionados el Servicio Secreto, el FBI y hasta el Pentágono. Los que apoyan estas teorías creen que la CIA quería vengarse por la fracasada invasión a la Cuba de Fidel Castro en Bahía Cochinos, ya que la negativa de Kennedy a proporcionar un apoyo militar directo a la operación fue el causante, según muchos analistas, de que se viera frustrada.

Otra teoría apunta a que la CIA quería provocar un ataque a Cuba responsabilizando a la isla controlada por los revolucionarios castristas de un atentado fallido contra el presidente. Los agentes debían disparar pero fallar, pero por error le alcanzaron en la cabeza.

Pero también se dijo que en vista de las tensiones entre Cuba y Estados Unidos, muchos afirman que Castro ordenó el asesinato de Kennedy. A la par, también los cubanos anticastristas en el exilio acabaron siendo objeto de sospechas de aquellos que pensaban que tras el fracaso de Bahía Cochinos estaban molestos con el presidente y deseaban su muerte. Y habiéndose producido la muerte en plena Guerra Fría, no podía faltar entre las presuntas conspiraciones la que afirma que tras el asesinato está la mano del servicio secreto soviético KGB. Como tampoco falta la leyenda de que la Mafia estaba mal con el presidente por sus campañas dispuesta contra el crimen. Y hay especulaciones de que su vicepresidente, Lyndon Johnson,

que asumió tras su muerte, estaba detrás del ataque y hasta se difundió la disparatada teoría de que un Ovni participó en el asesinato, en razón de que "JFK" estaba preocupado por las amenazas extraterrestres.

Oswald fue detenido a las pocas horas del atentado y asesinado dos días después por Jack Ruby, cuando iba a ser trasladado de prisión.

Nacido en una de las familias católicas más acaudaladas de los Estados Unidos, el 29 de mayo de 1917, en Brooklin, en el estado de Massachussets, la vida de JFK está llena de aventuras en las que mostró coraje, dignidad y decisión al afrontar el peligro, según gran cantidad de testimonios difundidos en libros, películas y documentales.

Fue sin dudas un político que marcó determinantemente su país y su época. Su muerte estremeció al planeta. (Télam-DPA-especial)

"JFK", el mito y la fascinación
En esos años, para EEUU nada parecía imposible

El "Mito Kennedy", la fascinación del héroe, conocido por sus siglas "JFK", se debe a su muerte prematura y trágica, así como al optimismo y la confianza que logró despertar durante su breve mandato entre los estadounidenses. El Estados Unidos de Kennedy era todavía "la tierra de las posibilidades ilimitadas", la fe en el "sueño americano" no se había quebrado aún y nada parecía imposible.

"JFK", imágenes y apariencias 
Enfermedades, un corsé y una vida de mujeriego 

Muchas son las imágenes que perduran sobre "JFK": la del hombre atlético y de apariencia fuerte cuando, en realidad, padeció durante graves enfermedades y que debía portar un corsé para paliar sus fuertes dolores de espalda. La del esposo y padre de familia feliz junto a su bella y elegante esposa Jaqueline, "Jackie", pese a que se acabara descubriendo de que era en realidad un gran mujeriego.


PUNTO DE VISTA

Una maraña de dudas y ninguna certeza

Carlos Duguech - Analista internacional

Quien quiera, ahora, a cincuenta años del asesinato del presidente estadounidense John F. Kennedy, explicar alguna de las certezas sobre el caso que conmovió al mundo se encontrará con las manos vacías. ¿Y el "Informe Warren", entonces? Tan simplote y de un discurso demasiado convencional y complaciente con la "solución" que se le quiso dar al caso como para ser tenido como referente confiable.

El magnicidio de Dallas de 1963 abre unos interrogantes y unas teorías sobre su naturaleza y motivaciones que no se agotaron pese al tiempo transcurrido. La simplificación del Informe Warren radica en que fue una comisión (creada por el presidente Lyndon Johnson, que le sucediera a Kennedy el mismo día de su asesinato) que se limitó a centrar sus reflectores para esclarecer el caso en una única persona: Lee Harvey Oswald. Y no cualquiera, sino la persona que oportunamente vino a morirse (lo mataron en público) cerrando el caso, siendo el único sospechado.

Nada se expresa en el malhadado informe sobre las medidas especiales de seguridad que no se adoptaron conforme un riguroso protocolo cada vez que un presidente se desplaza, y nada menos que en público, en coche descubierto, sin custodios subidos a sus estribos para ejercer el metier de asegurar contra toda contingencia su integridad física. Tampoco aborda que fueran tres tiros desde distintos emplazamientos de sus tiradores. El informe Warren sólo se auto-complacía (y probablemente complacía a terceros innominados) concluyendo que el asesinato de Kennedy no era fruto de una conspiración. Y asunto terminado. Final abrupto al que contribuyó Jack Ruby, matando a Oswald.

He aquí un dato por demás elocuente que se resume en una pregunta: ¿Cómo es posible que un imputado nada menos que por un magnicidio pueda no estar suficiente y debidamente custodiado y resguardado hasta declarar ante la autoridad judicial del caso? Oswald fue atacado a tiros por Ruby frente a las cámaras, periodistas y agentes del servicio de custodia que le debían trasladar a otra dependencia. Pese al informe Warren, subsiste y se consolida con ese segundo asesinato, la idea de la conspiración (interna y/o externa). Había que callar a Oswald. A cualquier precio.

La elección de Kennedy como primer presidente católico de los EEUU -país donde no es mayoría la que pertenece a ese credo- y el más joven hasta entonces (43 años)- generó particularmente en Latinoamérica- sector continental donde predomina la religión católica- un entusiasmo por el nuevo ocupante de la Casa Blanca. Su frase más comentada y valorada de su discurso de asunción fue: "Compatriotas estadounidenses, no se trata de plantearse qué puede hacer el país por uno, sino preguntarse qué puede uno hacer por su país".

Toda una definición de la política que venía a propulsar. Su actuación frente al caso de los misiles soviéticos en Cuba -para algunos analistas de fuste, fue jugar con fuego más allá del ejercicio de un poder soberano- lo marcó como un líder frente a los jerarcas de la URSS. Pactó con Nikita Kruschev.

Su prematura muerte y en campaña para la reelección generó en muchísimos sectores la sensación de que algo grave sucedería, en plena guerra fría. Además del impacto emocional que generó en quienes veían en Kennedy la materialización de una política nueva, abierta y conectada con el mundo. Era un líder carismático.

Aquí mismo, en Tafí Viejo, comentando el caso, recuerdan que había gente llorando en las calles al enterarse de su muerte. Y en Latinoamérica, por el ambicioso programa denominado "Alianza para el progreso", un programa que se anunció como de ayuda económica, política y social de EEUU para América Latina entre 1961 y 1970.

El más significativo índice que lleva a suponer que el asesinato de JFK fue parte de una conspiración es el hecho de que ya no hay ningún documento a desclasificar que arroje luz sobre el caso. Los que existían se hicieron cenizas, seguramente, Desaparecieron de la escena, para siempre, como Oswald.

Asombra que un país dueño de tecnologías no imaginadas de seguimientos y espionajes, y con casi mil bases en todo el mundo, no haya podido resolver un crimen como el de Kennedy. Tal vez, resolverlo, arrojaría luz sobre oscuras maniobras del "poder". Y eso no conviene a la realpolitik. Recientemente, hasta el propio secretario de estado de Barack Obama, John Kerry, dijo: "tengo serias dudas de que Lee Harvey Oswald actuara solo".