Gustavo f. Wallberg - Lic. en Economía - Docente de la UNT y Unsta
El acuerdo en Estados Unidos es un alivio de corto plazo que no soluciona problemas de fondo. Los gobiernos, en general, no pagan la deuda sino que la renuevan. Pero si las tasas de interés crecen, la deuda también. Lo mismo ocurre si hay gastos nuevos, y éste es el problema actual. Lo del Tea Party, la influyente facción del Partido Republicano en la Cámara de Representantes norteamericana, fue un llamado de atención contra el exceso del Estado.
Pese a todo, hay alivio porque sin el acuerdo la deuda pública debería haberse pagado en efectivo, con recorte de otros gastos. Debido a que Estados Unidos aún es la locomotora del mundo, si el acuerdo no se hubiera alcanzado, sin dudas que la situación hubiese agravado la crisis internacional. Estados Unidos está saliendo mejor que Europa del contexto de crisis porque tiene una economía más flexible. Sin embargo, como aún no está en zona de tranquilidad, el recorte de gastos públicos hubiera jugado muy en contra. Eso sí: habrá que ver en el futuro. Las últimas grandes crisis estadounidenses tuvieron el mismo arranque: alto gasto público, que desplazó del crédito al sector privado, y para evitar el efecto recesivo se buscó laxitud en regulaciones y tasas de interés. El resultado de todo esto fueron las burbujas de mal final. La enseñanza es que las políticas de demanda agregada que descuidan la responsabilidad fiscal no son sostenibles.
Para finalizar, en las consecuencias del arreglo alcanzado hoy entre demócratas y republicanos en el Senado hay aspectos positivos y negativos. Que no se frene el gasto es un alivio para la economía mundial, incluyendo la Argentina, en este caso por el desempeño de los compradores de nuestros productos. Por el contrario, es un problema de competitividad de tipo de cambio para las economías no estadounidenses, porque seguirá la oferta de dólares en el mundo presionando su precio a la baja... excepto en la Argentina, por cuestiones domésticas.
Pero ese flujo dólares también significa más disponibilidad de capitales para el mundo... excepto para la Argentina, donde no vienen por cuestiones domésticas. O sea, la Argentina evita un mal panorama, como el resto del mundo, pero pierde la posibilidad de aprovechar lo bueno que podría surgir de este escenario. Está claro que las tareas de fondo también hacen falta aquí.